De Luis Enrique a Ernesto Valverde
Dos entrenadores y dos personalidades, cara y cruz del mundo del fútbol
No fueron ni sus derrotas, ni su relación con los jugadores, ni sus rotaciones, ni su irreverencia con las estructuras oficiales, ni tampoco sus grandes triunfos, que los tuvo. Lo más destacable de la etapa de Luís Enrique como entrenador del FC Barcelona fue simplemente su actitud.
De Luís Enrique han quedado registrado para la historia por el apoyo incondicional que encontró en parte de la grada, sus malos gestos con la directiva, su pésima relación con algunos jugadores y con todos los periodistas, su permanente supervisión sicológica y que el míster nunca ejerció como un verdadero entrenador de club.
Cuando se debatió, tras el fracaso del Tata Martino, qué entrenador debía ocupar el banquillo del Barça, el nombre de Ernesto Valverde emergió en todas las conversaciones, y cuando Luís Enrique decidió dejar el banquillo, volvió a ocurrir lo mismo. El nombre de Valverde siempre estuvo en la mente de los dirigentes blaugrana, aunque es verdad que siempre que alguien hablaba de él, nunca faltaba la coletilla, “no tiene nivel para el Barça”.
En los pocos meses que Ernesto Valverde (Viandar de la Vera, Cáceres, 1964) lleva en el banquillo del FC Barcelona, y sin tener en cuenta la actual racha de victorias que lleva el equipo, han quedado clara dos cosas: Valverde sí tiene el nivel para este club y el Barça necesitaba un entrenador como él.
Luis Racionero comenta que el equipo de este año es más equipo esta temporada que la anterior, y como él son muchos los analistas y los aficionados que alaban el concepto de Valverde. El concepto, la idea que nunca pareció tener Luis Enrique, parece ahora ajustarse partido a partido.
Pero lo más sorprendente es como Valverde ha encajado los reveses. La salida inesperada de Neymar Jr. o la presión política con la que vive el club… podrían echar por tierra toda una planificación, toda una temporada o, cuanto menos, provocar ansiedad en el entrenador. Pero con Valverde, eso no parece haber ocurrido en ningún momento a pesar de la delicada situación –extradeportiva- que ya le ha tocado vivir.
Ni una mala cara, ni un mal gesto, ni una queja, ni una declaración fuera de lugar. Valverde encaró la derrota contra el Real Madrid con mucha humildad y paciencia, pese a un aluvión de críticas prematuras y desproporcionadas, sus ruedas de prensa no son tensas y, según parece, el trato con los jugadores es excelente. Valverde no parece creerse nadie, ni mejor ni peor que otros, y sabe que el Barça le ayudará a crecer. No le está haciendo un favor a nadie y quiere aprovechar esta oportunidad de oro.
En Atenas, Valencia y Bilbao estimaron su prudencia, y también por la mesura de sus manifestaciones. Incluso sus gestos son comedidos. Valverde, además, es un hombre de club. No monta jaleos innecesarios.
Esta va a ser una temporada muy difícil para el Barça y para Valverde y sus jugadores, tanto en Europa como en España. La situación política influirá en el equipo –ya lo deben estar padeciendo, seguroy en algún momento eso pasará factura. El carácter de Valverde es la pieza clave para conseguir la estabilidad del vestuario.
Inmersos en una de las etapas políticas y sociales más difíciles por las que ha atravesado la entidad, Valverde es necesario, pero hay que recordar que él no es el responsable final, el líder que debe conducir la nave.
Esa figura la encarna el presidente del FC Barcelona, quien acertó con el perfil del entrenador. Esperemos que el resto de la ya inolvidable temporada 2017-2018 también le sonría