Yusra Mardini, una heroína de película
No debería estar viva hoy. Debería haber muerto por la bomba que estalló en la piscina en Damasco. Debería haberme ahogado en el Mar Mediterráneo. Debería haber sido un rostro más de los muchos refugiados que mueren durante el camino. Pero estoy aquí, viva, porque seguí moviéndome. Tantas cosas intentaron pararme, romperme. Tantas veces alguien me susurró: esto será lo que te derrote ahora… pero me seguí moviendo mientras dejaba a mi familia atrás, moviéndome a través del miedo cuando me escondí en un bosque, moviéndome mientras empujaba un bote atravesando las olas. Y ahora, cuando surge el agotamiento me acuerdo y es mi fuerza la que resurge más alta y me dice que cosas mayores han tratando de pararme… y yo sigo moviéndome”. Con estas palabras, la nadadora siria Yusra Mardini narra su historia en un anuncio que Under Armour acaba de presentar.
Mardini se une al equipo de Under Armour que lanzó recientemente la campaña ‘Unlike Any’ (Ninguna igual) que rinde homenaje a mujeres excepcionales, como la primera bailarina del American Ballet Theatre, Misty Copeland; la corredora de fondo y fundadora de Harlem Run Crew, Alison Désir; la velocista y campeona mundial Natasha Hastings; la especialista de cine Jessie Graff; la campeona de taekwondo y actriz china Zoe Zhang; y la esquiadora Lindsey Vonn. Entra a formar parte de un grupo de estrellas con un potentísimo altavoz a nivel mundial. Y no hay nadie después de escuchar el resumen de solo un minuto de su vida que se atreva a decir que no se lo ha ganado.
Una estrella mundial
Su historia de superación y supervivencia ha inspirado y conmovido, e incluso la productora ‘Working Title’ compró los derechos de la novela que se publicará la próxima primavera para rodar una película con la impresionante historia de su vida. La dirigirá Stephen Daldry, el mismo de ‘El lector’, ’Billy Elliot’ o ‘Las horas’ y está previsto que se estrene a finales de 2018 o comienzos de 2019.
Yusra Mardini ya sabe lo que es lidiar con la popularidad. Hace un año la revista ‘Time’ la incluyó en la lista de ‘Los 30 adolescentes más influyentes del mundo’ y figura en la lista de ‘Las 25 Mujeres que Están Cambiado el Mundo’ para la publicación ‘People’. Y desde el pasado mes de abril se ha convertido en la Embajadora de Buena Voluntad de la Agencia de Refugiados de la ONU (ACNUR) más joven de la historia del organismo.
Mientras, ella desde Berlín sigue con sus programas de entrenamientos y tiene clarísima cuál es su meta: “Sólo quiero ser una deportista y todos los deportistas sueñan con ganar alguna vez la medalla de oro. Mi objetivo es competir en los Juegos de Tokio 2020 ya sea bajo la bandera siria, alemana o del COI”. Tiene un equipo que, por el momento, la arropa bien. Su mánager Marc Heinkelein se encarga de todo lo que no tiene que ver con el deporte. Su primer entrenador en Alemania, Sven Spannekronen, vigila su agenda y la acompaña en los viajes. Su actual entrenador, Ariel Rodríguez, la supervisa en la piscina. Al fin y al cabo, Yusra es sólo una chica de 19 años que vive en Berlín con su hermana Sara y sus padres. Bendita normalidad después de abandonar Siria debido a la guerra y jugándose la vida.
De Siria a los Juegos de Río
Yusra nació en Siria en 1998 y hasta que estalló la guerra su vida era tan normal como la de sus compatriotas. Le gustaba la natación porque su padre, entrenador, se lo había inculcado desde pequeña. En 2012 mientras se entrenaba en Damasco una bomba cayó en la piscina cubierta, pero logró salir ilesa. Ese mismo año participó incluso en el Mundial de piscina corta . Y ese fue el año también en el que su casa quedó destruida.
En el 2015, con el conflicto en su apogeo, Yusra y su hermana mayor Sara no tuvieron otra salida que arriesgar sus vidas en un peligroso viaje que pudo acabar, como la de tantos otros, encontrando la muerte. Estuvo cerca. Una tarde se subió a un bote en la costa de Turquía junto con otras 20 personas –tres veces más de lo que la embarcación podía aguantar–. “Antes de subir al barco, la gente te dice que vas a morir”, recordaba Yusra, “así que lo primero que piensas cuando te subes es en la muerte. No piensas en otra cosa”. Intentaban llegar hasta la costa griega de la isla de Lesbos, pero a la media hora el motor se paró, el barco comenzó a desinflarse y tomó una heroica decisión: “Necesitábamos tener menos peso en el barco y nadie más aparte de mi hermana y yo sabía nadar... El agua estaba helada y en ese momento sentí que la vida era algo más grande que yo misma. Con una mano sujetaba la cuerda que estaba atada al bote, mientras que nadaba con la otra y los pies. Toda la gente en ese barco eran parte de mí. Me pareció que era mi deber era saltar al agua y si me hubiera ido, me hubiera sentido mal conmigo misma por el resto de mi vida”. Después de tres horas nadando, arrastrando el bote, llegaron a Lesbos. Y de ahí un largo camino hasta Berlín.
Cerca del centro de refugiados de Berlín estaba el club Wasserfreunde Spandau 04, donde volvió otra vez a entrenarse, a nadar al fin libre. Fue una de las 10 elegidas por el COI (de un grupo inicial de 43) para formar parte del equipo de refugiados y el 6 de agosto de 2016 se lanzaba a la piscina olímpica de Río para nadar en las preliminares de los 100 metros mariposa; ganó su serie y cuando tuvo delante a los periodistas sonrió y dijo: “Nunca hay que rendirse”. Sentía que representaba a los 60 millones de personas refugiadas y dio lo mejor de sí misma, aunque no pudo clasificarse para la final. Tras los Juegos la recibió Barack Obama y el Papa Francisco, pero su entrenador bromeó: “Ahora esperamos tener la oportunidad de conocer a Lionel Messi. Del Barcelona todavía no hemos recibido una invitación”. Por si acaso, ahí queda dicho en la última línea de una historia que será película, pero que no tendrá un ‘The End’ sino un ‘Continuará…”.
Tres horas nadando y arrastrando un bote con 20 personas entre Turquía y Lesbos El relato de superación y supervivencia de la nadadora siria llegará a la gran pantalla