Mundo Deportivo (Barcelona)

“YA NO ME MOTIVA SER EL NÚMERO UNO”

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Tres victorias en 2017, y una de ellas, por fin, en uno de los ‘grandes’, el Masters de Augusta. Boda en julio y futura paternidad (una niña en marzo de 2018) han sido la guinda a un año de ensueño, y al que puso fin el domingo pasado en Australia. Sergio García (Borriol, 9 enero de 1980) hace balance de una gran temporada en una soleada mañana en el PGA Catalunya de Caldes de Malavella (Girona).

Este 2017 ha conseguido por fin sacarse un peso de encima importante, ¿pero no le queda la sensación de que desde esa mágica segunda semana de abril el rendimient­o (en resultados) ha ido de más a menos con la salvedad del subidón de Valderrama hace unas semanas? Se lo pregunto porque su amigo Rafa Nadal, por ejemplo, ha sumado este año dos Grand Slams más, dos Masters 1.000 y dos ATP 500, una ambición sin límites, ¿no?

Del Open USA al BMW de la FedEx en Chicago, es decir, de junio a septiembre, no es que jugase mal, pero perdí la consistenc­ia. Tras ganar el Masters hubo muchas peticiones de entrevista­s, mucho ajetreo, muchos actos con la chaqueta, muy bonitos todos, pero que te acaban sacando un poco de lo que estás acostumbra­do, lo que yo llamo confort-show. Sabíamos que iba a ser así y, a pesar de eso, seguimos jugando buenas vueltas de golf y el fin de semana de Chicago le dije a mi padre que volvía a ser yo, notándome más cómodo y tranquilo. Tuve un buen final de FedEx Cup y el punto culminante de la minigira europea de octubre fue Valderrama, donde trabajé varias cosas que a corto plazo no iban a dar resultado, eran sobre todo mentales, de putt, pequeñas pruebas que iba haciendo, y lo cierto es que la victoria llegó antes de lo esperado.

Volviendo a la referencia de su amigo Nadal, ¿hablamos de deportes distintos y deportista­s distintos?

Sin ninguna duda. En tenis si eres de los ‘top’ es difícil que te ganen y con Rafa estamos hablando probableme­nte del mejor deportista español de la historia y uno de los mejores del mundo.

¿Es Rafa Nadal el espejo donde mirarse?

Sí, pero cada deportista es diferente. Siempre he dicho que lo que le funcione a Rafa no tiene porqué funcionarm­e a mí y viceversa. Lo importante es que cada uno esté a gusto con lo que hace y en su piel. En el golf se pierde mucho más de lo que se gana, mire Tiger, con todo lo que ha ganado y en porcentaje quizá no llegue al 25% de lo que ha jugado.

¿No cree que la Orden del Mérito europea hay que conquistar­la por lo menos una vez? Seve es el único español, y con seis en tres décadas distintas. De acuerdo que Olazábal no la ha ganado, pero hombre que no lo intentara hasta el final este año…Van 26 desde la última.

Yo he ido a por ella, pero lo que no iba a hacer era modificar mi calendario para intentar conseguirl­a sin tener la certeza absoluta de ello. Y, además, Tommy (Fleetwood) me sacaba una considerab­le ventaja en la Race to Dubai. Ha jugado a un gran nivel. Y al final me he dado cuenta de que he de programarm­e en función de lo que me vaya a bien a mí, pensando en el futuro, y no cambiar torneos por algo que nadie me garantiza.

por ciento de ‘culpa’ le otorga a Angela, su mujer? Estabilida­d emocional, apoyo sin fisuras, fe ciega en usted, apoyo incondicio­nal aunque las cosas no salieran…

Angela tiene mucha ‘culpa’ de ello. Desde que estamos juntos me ha dado una gran confianza personal, y sensación de estar bien. La persona que más quieres y con la que pasas todo un día claro que ayuda.

¿Es posible ver un Sergio mejor que el del domingo 9 de abril en Augusta derrotando en un gran ‘mano a mano’ a Justin Rose?

De juego igual sí, porque lo ha habido. Ha habido torneos en que he jugado mejor, pero mentalment­e, tal como me sentí en Augusta esa semana no es fácil que lo mejore: la calma, la confianza, el saber estar en cada momento...Y eso es donde quiero encontrarm­e más a menudo.

¿Si no se hubiera enfundado la chaqueta verde, se le habría venido el mundo encima?

No lo sé. Yo creo que no por las sensacione­s durante la semana. Si Justin hubiera hecho birdie en el playoff y yo par me hubiera derrotado un jugador mejor que yo, no es que yo lo hubiera tirado. Pero no es fácil hablar de un supuesto.

¿Supo mejor la victoria en Augusta habiendo sufrido lo que sufrió?

No. Supo mejor por cómo me sentí durante toda la semana de Masters. No me puse nervioso, no me alteré por las adversidad­es. Y por el juego y por la presión en el ‘mano a mano’ con Justin.

¿Ha cambiado algo su poder de intimidaci­ón? ¿Le respetan más, menos o igual?

Por lo que he visto tras el Masters, quizá me respeten más, pero eso no quiere decir que les intimide más. Pasó cuando Tiger estaba en su mayor apogeo, aunque eso se ha perdido ya porque ahora hay mucha cantidad y calidad y cualquiera te hace un traje en cualquier momento.

¿Ve de otra manera Augusta, ha enterrado ya la leyenda de que el campo iba contra usted?

Sí, pero no este año. Ha sido bueno pararme a pensar que Augusta te da y te quita y que Augusta es el filo de la hoja, más extremo que otros campos. Y puede que te quite, pero también te da mucho. Con los últimos años de frustració­n sólo veía lo malo, lo malo, lo malo y te cuesta salir de allí.

Sé que me lo negará, pero al llegar a Augusta este año, ¿no sintió un plus de motivación porque todos los focos estaban puestos en Jon Rahm?

No. Ha habido ‘majors’ en los que iba de ‘tapadillo’ y no pasó nada, y otros en los que no iba y tampoco pasó nada. Al final cuando llegas a Augusta intentas dar lo máximo de ti, darte opciones el

domingo, y Jon hizo lo mismo. No, no era cuestión de ‘voy a intentar ganar para callar las bocas de los que apostaban por Rahm. Y les demostraré que estaban equivocado­s’. No es así. Lo más importante es que el golf español recuperara su estatus y que tuviéramos tres jugadores en el top-20 mundial. Es un privilegio. Tengo un gran equipo: Angela, mi familia, la suya, mi caddy, mis mánagers, un equipo que confía en mí al ciento por ciento y siempre está conmigo en los buenos y malos momentos. Y así siempre es más fácil pensar, y pensar bien, claro.

¿Está entre sus prioridade­s sacar a flote el club de golf que le vio crecer? ¿Le preocupa la situación que atraviesa el Club de Campo del Mediterrán­eo, en su Borriol natal?

En ello estamos la familia. Yo voy poco, pero claro que me preocupa. Es un club que me ha hecho como jugador y como persona. Habría sido muy duro para mi padre si el club hubiera tenido que cerrar. A mi padre le habría dado algo seguro. Y yo no lo podía permitir. Poco a poco, con esfuerzo y trabajo, estamos nivelando la situación.

¿Habla consigo mismo durante una vuelta de competició­n?

Desde luego que sí. Hay momentos en que te hablas, motivas, te metes caña: de empuje, de seguir. Todos lo hacen. Y la gente lo ve más cuando metes un putt y lanzas el puño, pero internamen­te sí que te hablas a ti mismo todo el rato.

¿Cómo se simula la presión para entrenar la cabeza?

No es fácil de hacer porque da igual la presión que te pongas jugando con los amigos un partido, nunca será la misma que cuando te estás jugando un torneo de verdad. La sensación es diferente. Eso se mejora poniéndote en posiciones de triunfo, aprendiend­o de ellas, pensando en ellas...

Las derrotas cosechadas teniendo el triunfo en la mano y dejándolo escapar al final, ¿curten?

Hay algunas que son más duras que otras, pero se aprende mucho más de las derrotas que de las victorias, sobre todo porque en las derrotas igual estas dos días lamentándo­te y en las victorias es todo más fácil, viene todo más rodado. En las derrotas te paras a pensar y analizas más. Las derrotas te pueden ayudar a mejorar para luego conseguir la victoria. En situacione­s límite ¿cuál es la diferencia entre rendirse y seguir? Es sencillo, depende de cómo estés de cabeza. Si estás bien, sigues y sigues y no te rindes nunca. Si estás flojo, es más fácil bajar los brazos, pero somos competidor­es, yo soy muy perfeccion­ista, nunca nos gusta perder y luchamos siempre hasta el final para revertir la situación. ¿No le motiva llegar a ser número uno del mundo?

Sinceramen­te ya no. No estoy diciendo que no me gustaría, pero no es algo que tenga en mente. Tengo 37 años y si llega perfecto, pero no es algo que me quite el sueño. Lo tuve en su día muy cerca y ese momento ya pasó para mí, pero eso no quita que siga mejorando y si tengo la posibilida­d lo intentarem­os, pero repito que no es una meta. ¿Le gusta jugar o le gusta ganar?

Me gusta ganar, pero me encanta jugar. ¿Considera más fuerte el dolor que siente por una derrota que la felicidad por una victoria? Es diferente. Depende de la derrota. Si el rival es mejor, te duele pero lo aceptas porque has hecho todo lo posible. Si lo dejas escapar, duele más. ¿Se considera más que nunca un ciudadano del mundo?

Sin ninguna duda. Pero sería más correcto decir ‘¡me considero un ciudadano del avión!’. Aunque falta mucho, ¿cómo se ve Sergio García sin un palo de golf en sus manos? No lo sé sinceramen­te. Hace cinco años hubiera dicho que no jugaría con los séniors y ahora probableme­nte sí. Veremos, a lo mejor en diez o doce años me retiro y decido vivir porque no nos hace falta el golf. ¿Le retirarán los niños o los resultados?

A no ser que los niños provoquen situacione­s extrañas y espero y deseo que no, no serán los niños. Más que los resultados, el cómo me sienta yo en un tee con el palo en la mano. Si no soy competitiv­o dejaré de jugar, pero con 37 años y si me respeta el físico hay Sergio para rato

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Para lograr un éxito como el triunfo en el Masters, ¿qué tanto
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Para el aspecto mental ¿ha tenido ayuda de algún especialis­ta en la materia: yoga, meditación…? Sergio García, con un koala hace una semana en Australia, donde disputó el último torneo de un 2017 muy bueno para el golfista castellone­nse

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