Mundo Deportivo (Barcelona)

Maranello, fe por necesidad

A las puertas de la fábrica de Ferrari, nada de desilusión tras 10 años en blanco, creen que volverán a ganar

- Fabio Marchi

Ferrari es un sentimient­o, una pasión, un símbolo de la innovación, elegancia y tradición automovilí­stica italiana. Y para entenderlo, es necesario viajar hasta sus orígenes, Maranello, una ciudad de poco más de 17.000 habitantes que ellos mismos reconocen como pueblo. No es de extrañar, porque el ambiente es totalmente de campo o ‘campagna’, como sus paisanos denominan. El verde agrícola que hay en la zona predomina por encima de todo, con casas desperdiga­das por aquí y por allá y un núcleo urbano en el que llama la atención una cosa: No hay ninguna estatua de grandes políticos, militares, pensadores o artistas. Sólo una figura, la de un caballo levantado, el ‘Cavallino Rampante’.

Esa figura es la que te avisa de que ya has llegado. Ahí, el verde pasa a un tercer plano y el rojo es el auténtico protagonis­ta. Mires donde mires, restaurant­es, negocios y casas, siempre encuentras un símbolo relacionad­o con la marca transalpin­a, ejemplo claro de la gran dependenci­a que tiene su gente de la firma que les ha hecho crecer y que les sigue dando de comer. Y es que se habla de que hasta un 70% de Maranello depende de forma directa o indirecta de una de las marcas de coches más famosa del mundo. El párroco hace sonar las campanas de la iglesia cuando Ferrari gana. En días grandes (pocos últimament­e) se colocan pantallas gigantes en las plazas y ahora nos cuentan que son unos pocos los que se reúnen en el auditorio los días de carrera. Al salir del museo, son varios los que te ofrecen la experienci­a de probar un Ferrari por sus estrechas calles. Todo es Ferrari.

Han pasado ya 10 años tras la consecució­n del último título de Ferrari. Fue Raikkonen, en 2007 y con mucha suerte, el que llevó el último Mundial a esta pequeña ciudad de la Emilia Romagna. Cualquiera podría pensar que el sentimient­o dentro de la ciudad es de desilusión, de frustració­n, pero es tan grande su relación con la firma, que no pueden permitirse el bajar los brazos y siguen confiando en que volverán aganar este curso. “¿10 años sin títulos? No hay depresión. Sólo se está buscando resolver los problemas de la gestión de las carreras, pero creo que volveremos a ganar de nuevo. Somos positivos. ¿Mercedes imbatible? Veremos este año” nos contaba Fabrizio, tapándose del frío que suele golpear a este municipio de Módena. El mismo frío que se nota en sus declaracio­nes, típicas de los norteños italianos. Personas de pocas palabras pero de mucha fe. Y en ella se refugian en la crisis de Ferrari.

Una familia menos numerosa

“La gente es positiva. Dependemos de Ferrari y por eso es necesario ser positivos. Si no no se saldría adelante en el futuro”, explica Moreno Ramazzoni, de Maranello de toda la vida. Pero lo cierto es que en los últimos años, el pueblo ha cambiado. Lo explica Francesca Spalanzani, propietari­a de uno delos negocios que vende artículos de Ferrari en la avenida principal. “Que la escudería no gane nos afecta alrededor de un 30% de la facturació­n”.

“El pueblo antes siempre estaba lleno. Se paralizaba en las grandes citas. Eran los años de oro, los de Schumacher. Había mucha más gente”, argumenta su madre, destacando el cerrojo que Ferrari ha puesto desde hace unos años en la puerta de su fábrica. “Antes era una fiesta más popular, de ‘tifosi’, muy espontánea. Ahora todo depende de Ferrari. Era más una familia. Había el Ferrari Club y lo han querido con- trolar desde dentro todo y se lo han quitado al pueblo”, añade. También en el mítico restaurant­e Montana, donde los pilotos de la marca tienen lo más parecido a una casa desde los años sesenta, se vive de los recuerdos de los triunfos pasados.

Todos coinciden en que Alonso es querido y no pudo hacer más con el coche que tenía, y algunos apuntan que el error del pueblo es no ser más independie­nte. “El equipo tiene un problema, que siempre tiene la presión de ganar”, matiza Ramazzoni. Ello, en el resto de Italia se convierte en presión. Gigi Perna, enviado especial de la Gazzetta dello Sport a la F1, lo argumenta: “Es lo más parecido a la selección italiana y tratamos a Ferrari como tal”. La prensa critica duramente a los del ‘Cavallino’ si no ganan y la respuesta de Marchionne es el silencio. Ni entrevista­s ni casi declaracio­nes en los dos últimostes­t.Esafrialda­deslaquese vive en un pueblo que sigue creyendo porque no puede permitirse otra cosa. Ferrari es su dueña y ellos son fieles

Un 70% de la gente de la ciudad depende de Ferrari directa o indirectam­ente

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