Pijama y orinal
Cuenta Serrat que las siestas de verdad son las de pijama y orinal. Y aunque a ninguno de estos dos elementos se les vio ayer en el Camp Nou, el Barça sesteó más de la cuenta contra el Eibar, especialmente en la primera mitad, en que la pelota estuvo más instalada en terreno blaugrana, gracias, en parte, a la buena presión alta de los de Mendilibar. En medio de cierto tedio y de un Messi contemplativo, los barcelonistas tuvieron bastante con una sola oportunidad en la primera mitad para adelantarse en el marcador con un gol de Suárez. En pleno debate por el escaso protagonismo de Coutinho en los dos últimos meses, Valverde apostó por darle una dosis de confianza al brasileño, en un partido que por la puesta en escena de equipo estirado en el campo del Eibar, la cosa estaba más para Dembélé, que con su velocidad electrizante hubiera podido aprovechar los muchos metros a la espalda de la defensa del equipo vasco, que por el futbol de espacios reducidos del ex del Liverpool. Pero fue en la segunda mitad, cuando después del histórico gol 400 de Messi en la Liga, que llegó el despertar del Barça, frente a un Eibar que se partió por el sobre esfuerzo de los primeros cuarenta y cinco minutos, dejando demasiados pasillos para aproximarse a la portería de Riesgo. Con Coutinho bajando al medio campo, el carioca conectó con el trío Messi-Suárez-Dembélé y los barcelonistas mostraron su juego más vistoso, con brillantes combinaciones de su frente de ataque. Superado el trámite, el Barça cierra la primera vuelta de la Liga con las mejores expectativas y pendiente de si el jueves Valverde tira de los mejores para superar al Levante o insiste con la segunda unidad para continuar vivos en la Copa y frescos para el resto de competiciones.