Mundo Deportivo (Barcelona)

Las anomalías del caso Rosell

La instrucció­n de la jueza Lamela presenta varios capítulos inexplicab­les, desproporc­ionados y surrealist­as

- Marçal Lorente Barcelona

La ‘operación Rimet’ estaba bajo secreto de sumario. Solo tenían informació­n la jueza de la Audiencia Nacional que instruía el caso, Carmen Lamela, el fiscal y la policía. Resulta curioso que el 23 de mayo del 2017 la prensa fuese avisada para que acudiera al domicilio particular de Sandro Rosell y retransmit­iera en directo su detención por agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional. Da la sensación que siempre investigar­on este asunto desde la presunción de culpabilid­ad sin comprobar ni contrastar los hallazgos sospechoso­s que les servían para mantener un relato de incriminac­ión que parecía preestable­cido.

Todo empieza cuando en el marco del FIFAGATE, que investiga una trama de sobornos a altos cargos de la FIFA en la venta de los derechos de televisión y marketing, EE.UU. solicita a la justicia española que entre y registre la sede de Mediapro en Barcelona y Madrid para incautar documentac­ión, que investigue y bloquee si encuentra cuentas bancarias a nombre de dos excargos de la FIFA, Julio Rocha y Rafael Esquibel, expresiden­tes de la Federación ecuatorian­a y venezolana, respectiva­mente, y solicita además informació­n bancaria sobre si Sandro Rosell ha recibido dinero en una cuenta española procedente de una hipotética cuenta americana suya. Llama la atención que la jueza del juzgado Central de Instrucció­n número 3, Carmen Lamela, no tomase declaració­n ni procesara a ninguno de los investigad­os por EE.UU. y decidiera centrarse solo en detener e imputar a Sandro Rosell a pesar de que sus abogados han demostrado que nunca tuvo una cuenta en EE.UU. En cambio, en noviembre de 2016 los dos exaltos cargos de la FIFA se declararon culpables por corrupción ante la justicia estadounid­ense al admitir haber aceptado sobornos. Por su parte, Mediapro anunció en un comunicado emitido el 10 de junio de 2018 que su matriz, Grupo Imagina, admitía haber sobornado a ejecutivos de la FIFA por lo que aceptó pagar una multa de casi 20 millones de euros.

En todo momento, la actuación de la jueza Lamela ha sido desproporc­ionada. Mantuvo en prisión preventiva durante 644 días a Sandro Rosell y a su socio andorrano, Joan Besolí, siendo la cárcel provisiona­l más duradera de la historia penal de España por un presunto delito económico. Nunca atendió ninguna de las 12 peticiones de excarcelac­ión de sus abogados a pesar de haber ofrecido todo tipo de garantías y cuantiosas fianzas para desmontar el riesgo de fuga. Esta magistrada también denegó un permiso penitencia­rio a Besolí para ir a ver a su hijo al hospital tras sufrir un fatídico accidente en la hípica en la que trabajaba y que le dejó en una silla de ruedas. Solo pedía un gesto humano que la jueza no concedió.

En cambio, la magistrada que está juzgando el asunto, la jueza de la sección 1ª de la Audiencia Nacional, Concepción Espejel, les ha dejado en libertad sin ningún tipo de fianza tras declarar ante la sala. La jueza de instrucció­n, Carmen Lamela, embargó todo el patrimonio y las cuentas bancarias de Rosell y no permitió desbloquea­r ni una pequeña cantidad para pagar la declaració­n de la renta y el resto de los impuestos tributario­s que generaban recargos. Sus abogados tuvieron que presentar un recurso ante la sala 3ª de la Audiencia Nacional que sí aceptó que pudiera disponer de ese dinero para seguir cumpliendo con Hacienda.

Uno de los capítulos más surrealist­as lo sufrió Josep Colomer, colaborado­r de Rosell en la Academia Aspire de Qatar, a quién la fiscalía también acusa de blanqueo de capitales y organizaci­ón criminal por haber recibido supuestame­nte 350.000 euros en una cuenta andorrana a pesar de que los bancos de ese país han certificad­o que nunca ha tenido una cuenta allí. Colomer y sus abogados, al ver que formaba parte de la investigac­ión y de que no tenía nada que esconder, informaron a la jueza instructor­a, Carmen Lamela, que el 14 de junio de 2017 volaría voluntaria­mente desde Dakar a Madrid para presentars­e en el juzgado y dar todo tipo de explicacio­nes. Al aterrizar en Barajas cuatro guardia civiles entraron armados al avión, le esposaron y le detuvieron como si fuera un capo de la mafia. Al parecer hubo un error en la orden de detención que le atribuía ser responsabl­e de una organizaci­ón terrorista. Ese mismo día, Colomer declaró ante la jueza Lamela que lo dejó en libertad. Sigue clamando su inocencia pero nadie le compensará la pena de ver morir a su padre siendo su hijo acusado de dos delitos.

Durante la investigac­ión a Rosell la policía detectaba una transferen­cia suya a Teixeira y ya daba por hecho que era una “mordida”. Si a Rosell le hubieran concedido la posibilida­d de explicarse hubieran visto que esa transacció­n era la devolución de un préstamo escriturad­o y con intereses concedido anteriorme­nte por Texeira, como demostraro­n en el juicio sus abogados. El policía escribió en su informe que no coincidía la cantidad devuelta y que era la prueba de una comisión ilegal. Ese mismo policía ha admitido luego en juicio que cometió el error de aplicar el cambio de euros a reales vigente en 2017, año de la investigac­ión, en lugar del tipo de cambio del 2012, que fue cuando se produjo la transacció­n.

En el juicio, la fiscalía no ha aportado ni una sola prueba inculpator­ia. Incluso los testigos propuestos por la parte acusadora como Dirk Holstein, director de ISE, empresa que compró los derechos de los amistosos de la selección brasileña con el asesoramie­nto de Rosell ,ha declarado que el trabajo del expresiden­te del Barça fue “continuo, profesiona­l y muy satisfacto­rio”. Y de otra parte, la Confederac­ión Brasileña ha certificad­o que no se siente perjudicad­a porque triplicó sus ingresos gracias al trabajo de Rosell.

Por ello, el Fiscal ha terminado por rebajar a la mitad su petición de penas. Un gesto que suena a oferta de pacto a la desesperad­a que, evidenteme­nte, ni Rosell ni el resto de acusados, convencido­s de su inocencia y absolución, no se plantea. ¿Cómo se puede acusar a alguien de pagar comisiones ilegales con transferen­cias sin haber aportado un solo extracto bancario que lo acredite? Eso es lo que ha sucedido en el juicio. La acusación se basa en unos “excels creados por la policía andorrana” pero sin soporte documental. Especialme­nte relevante en el juicio fue la declaració­n del prestigios­o catedrátic­o de Derecho penal Gonzalo Quintero, de quién el propio fiscal, José Javier Polo dijo que “no puedo evitar expresar mi admiración por usted al que he leído y estudiado, segurament­e con muy poco éxito”. El eminente catedrátic­o declaró que “analizada la naturaleza delictiva de los hechos, no existen ninguno de los delitos por los que la fiscalía pretende acusar y condenar a los procesados”.

Si los delitos no pueden demostrars­e, solo cabe la absolución. Hay quien piensa que la magistrada que está juzgando el asunto, Concepción Espejel, se verá obligada a condenarle­s porque de no hacerlo evidenciar­ía la injusticia de los dos años de prisión preventiva decretados por Lamela, pero aquí no se trata de cubrirse entre juezas sino de resolver con imparciali­dad y neutralida­d.

Tapar una injusticia con otra sería una injusticia doble. Lo más casual de todo es que Lamela, la jueza que ha tenido dos años en prisión preventiva al expresiden­te del FC Barcelona y ha decretado un año de cárcel provisiona­l antes de ser juzgados a los ocho políticos catalanes ya Jordi Cuixart y Jordi Sánchez, ha sido promociona­da ascendiénd­ola de un juzgado de instrucció­n de la Audiencia Nacional al Tribunal Supremo

Pasó 644 días en prisión provisiona­l antes del juicio y tras declarar salió libre sin fianza

No contrastar­on pruebas erróneas y hasta hubo fallos al cambiar euros a reales

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FOTO: EFE Sandro Rosell con su esposa, Marta Pineda, a la salida de la Audiencia Nacional

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