Mundo Deportivo (Barcelona)

N Garbiñe Muguruza juega hoy (09.30 h/Eurosport) por ser la primera española campeona en Australia n Tras los intentos fallidos de Arantxa y Conchita, veintidós años después opción contra la novata Kenin

- Ángel Rigueira

n Garbiñe Muguruza tomó el relevo de Arantxa Sánchez (1989, 1994, 1998) en Roland Garros estrenando su palmarés de Grand Slam en 2016, sólo un año después de que perdiera la final de Wimbledon, de la que se tomó revancha en 2017 sucediendo a Conchita Martínez (1994), que la ayudó como entrenador­a, circunstan­cia que se repite esta mañana. A las 09.30 horas (Eurosport) la tenista nacida en Caracas de padre guipuzcoan­o y madre venezolana puede dar un paso aún más histórico siendo la primera mujer española que triunfa en el Open de Australia.

Garbiñe Muguruza entrará en el Rod Laver Arena de Melbourne con la experienci­a de sus 26 años y, especialme­nte, las cuatro finales de Grand Slam. Nacida para las grandes ocasiones, a las que se agarra de repente, afronta a una debutante, la estadounid­ense nacida moscovita Sofia Kenin, a sus 21 años reivindica­ndo un espacio ensombreci­do por Serena y Venus Williams y también por Amanda Anisimova y Coco Gauff.

Aprovechan­do un cuadro accesible, explotando los nervios de la local y nº 1 Ahsleigh Barty, a quien remontó dos bolas de set en cada manga, la norteameri­cana vive un sueño que comparte eufórica en las redes sociales. Rememora cuando era una niña famosa en los torneos, hablando de que era capaz de restar el poderoso saque de Andy Roddick o paseando junto a Kim Clijsters por Crandon Park, en Miami. La ilusión propia de una joven cumpliendo el sueño de estar en una final de Grand Slam.

Muguruza está seria, concentrad­a. No hay más celebració­n que la que se deriva de levantar el trofeo. Reconoce que pagó la novatada de Wimbledon 2015, pero que le ayudó mucho para ser campeona a la siguiente ocasión.

Aunque cediese ante Kenin en su último encuentro de la pasada campaña, en Pekín por 6-0, 2-6 y 6-2, la etiqueta de favorita cuelga sobre Garbiñe Muguruza, recuperada de la crisis que le llevó a llamar a Conchita Martínez como recambio del técnico francés Sam Sumyk, oxigenada ascendiend­o a la cima del Kilimanjar­o africano. Liberada del proceso vírico que le hizo temer por un pronto adiós a Melbourne, su tenis recuerda al que la llevó la trono mundial el 11 de septiembre de 2017, cuando compartió honores de número uno con Rafa Nadal.

El manacorí sería una de las personas que más invitaría a Garbiñe Muguruza a que obrase con precaución en los preparativ­os y se lanzase con determinac­ión a por la copa, ya que es una gran ocasión, pero nunca se sabe si habrá una segunda y en qué condicione­s. Nadal ha perdido cuatro de las cinco finales disputadas en

Melbourne, viviendo situacione­s tan dolorosas como la lesión de espalda sufrida ante Stan Wawrinka en 2014, cuando el pronóstico era tan claramente balear.

Arantxa Sánchez y Conchita Martínez ni se acercaron a arañar un set en sus respectiva­s finales ante Steffi Graf (1994) y Mary Pierce (1995), la barcelones­a, y Martina Hingis (1998), la de Monzón. Veintidós años después, Garbiñe Muguruza quiere cerrar ese mal fario, ya que el palmarés indica que el tenis español ha entregado 10 de 11 finales individual­es.

‘Garbi’ suelta un “Guauuuu” cuando le recuerdan que está en condicione­s de hacer más historia, sonríe ante la posibilida­d de reunir algún día las cuatro coronas ‘grandes’. Enseguida aprieta los labios y serena el rostro. Contenida, explica que “tengo que hacer mi juego, centrarme en lo mío”. Siempre depende de sí misma, su rasgo más acusado

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