Mundo Deportivo (Barcelona)

El guepardo y el ‘tronista’, las flechas de los Chiefs

N Tyreek Hill y Travis Kelce son los dos puñales del ataque de Kansas City para la Super Bowl de mañana

- David Llorens

n Tres semanas atrás. Final divisional en el Arrowhead Stadium de Kansas City. Houston Texans sorprendre a los locales de entrada y se pone 0-24 arriba. Ningún problema: el quarterbac­k de los Chiefs Patrick Mahomes se arremanga y sus hombres anotan 41 puntos seguidos con tres touchdowns de su tight end Travis Kelce.

Dos semanas atrás. Final de la Conferenci­a Americana con un billete para la Super Bowl de Miami en juego. Mismo escenario. Tennessee, el visitante, se coloca 0-10 arriba. Pase de Mahomes al receptor Tyrek Hill y diferencia recortada (7-10). Nueva anotación de los Titans (7-17) y nuevo touchdown de Hill. La moral de Tennessee queda tocada y Mahomes,

Damien

Williams y

Sammy

Watkins rematan la faena.

El tándem que forman Kelce y Hill es devastador. Son dos ‘playmakers’, dos hombres capaces de decidir un partido por sí mismos. El primero es un gigante de 1.96 m. y 118 kilos capaz de aguantar embestidas para seguir ganando yardas. El segundo es engañosame­nte pequeño. No llega a 1.80 m. (1.78 m. y 84 kg.) en un deporte de colosos pero a él la mayoría de las veces ni siquiera le rozan. Es demasiado ágil y, sobre todo, demasiado rápido. Por algo le llaman ‘cheetah’ (guepardo).

El burbujeant­e ataque de los Chiefs se cimenta en Mahomes pero finaliza casi siempre en ellos dos. Todos saben que son los hombres a controlar pero acaban saliéndose con la suya, no hay forma de neutraliza­rles. Nada mal para dos tipos que iban para restos de serie cuando comenzaban, y por motivos muy distintos.

Kelce (36 años, Westlake, Ohio) comenzó de quarterbac­k pero no tenía el temple necesario. Alto y con manos seguras, pasó a receptor. Se enroló en la Universida­d de Cincinnati, donde jugaba su hermano mayor Jason (hoy en la línea de ataque de Philadelph­ia Eagles y campeón de la Super Bowl hace dos años), pero no destacó hasta su último año de ‘college’. El ‘coach’ Andy Reid, que acababa de aterrizar en los Chiefs, había drafteado a su hermano cuando estaba en Philly y apostó por él por afecto pero sin convicción (3ª ronda del draft).

Sus primeras dos temporadas fueron peor que discretas. Sin embargo, en 2015 se asentó y comenzó a asomar la cabeza entre la élite de los ‘tight ends’, los receptores más corpulento­s, capaces también de bloquear. Paralelame­nte a su juego creció su ego y su extravagan­cia. Comenzóa llamarla atenciónyv­estir de manera extremada y se convirtió en protagonis­ta de un ‘reality’ televisivo llamado ‘Catching Kelce’ en el que 50 mujeres intentaban seducirle. 30 de ellas quedaban eliminadas tras una entrevista de un minuto con Travis y el tamiz se iba haciendo más fino en programas sucesivos hasta que sólo quedaba una vencedora. Su premio: una cita oficial con él.

No parece el régimen de vida más apropiado para un deportista profesiona­l, pero a Kelce no sólo no le afectó sino que fue incrementa­ndo su productivi­dad sobre el césped hasta ser cinco veces All Star. Kansas había encontrado a su Rob Gronkowski. 43 touchdowns en seis temporadas –la primera fue testimonia­l por lesión– y un contrato de estrella le avalan ahora. Menos pintoresca y más tenebrosa es la vida extradepor­tiva de Tyreek Hill (25 años, Lauderhill, Florida). Dentro del campo es un relámpago que aprovecha al máximo una aceleració­n de atleta de élite: cuando tenía 19 años registró marcas de 10”19 en el hectómetro y 20”14 en los 200 metros y ganó dos medallas en el Mundial junior de atletismo disputado en Barcelona’2012: oro en 4x100 y bronce en el doble hectómetro. Con estas credencial­es, las universida­des se lo rifaron y eligió Oklahoma State. Aunque demostró ser un jugador extraordin­ario, le echaron después de seis meses por un episodio de violencia machista con su novia embarazada, a la que golpeó e intentó estrangula­r.

Se declaró culpable, se le condenó a tres años de libertad vigilada y a seguir un curso de autocontro­l y por recomendac­ión del equipo de reinserció­n regresó a la universida­d, en este caso la más modesta West Alabama. Entró en el draft de la NFL por la puerta de atrás, en quinta ronda y de nuevo gracias al clarividen­te Andy Reid, que volvió a echar la moneda al aire. Enseguida se reveló como una fuerza desequilib­rante y acumula 42 touchdowns en cuatro temporadas como profesiona­l en todo el abanico posible: recepción, carrera, retorno de punt y retorno de kickoff. Su demonio interior reapareció el pasado mes de marzo. Su hijo de tres años ingresó en el hospital con un brazo roto y se inició una investigac­ión en la que se le señalaba como sospechoso de maltrato infantil. No hubo pruebas suficiente­s para condenarlo pero trascendió una cinta de audio en la que conversaba a gritos con la madre del niño. Ésta le decía: “tu hijo te tiene miedo”. Y Hill respondía: “tú también deberías temerme”. La NFL no le suspendió por falta de evidencias concluyent­es pero camina sobre un alambre muy fino

Hill es velocidad pura, medallista mundial como atleta; Kelce era el protagonis­ta un programa de citas

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Travis Kelce, junto al emergente 49er George Kittle, es el tight end de referencia en la NFL tras la retirada de Rob Gronkowski
FOTO: GETTY FOTO: GETTY Tyreek Hill es segurament­e el jugador más rápido de la NFL. No llega a 1.80 m. de estatura pero es del todo desequlibr­ante e inalcanzab­le en carrera Travis Kelce, junto al emergente 49er George Kittle, es el tight end de referencia en la NFL tras la retirada de Rob Gronkowski
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