Josep Tortosa fue la primera grada de animación

En Twitter, alguien preguntó a los abonados culés si recordaban a Josep Tortosa. Imposible de olvidar si alguna vez lo viste en acción. Corpulento, con la mata blanca de pelo, paseando arriba y abajo de la grada, siempre de espaldas al partido y con una gesticulación de brazos que, si eras un niño, daba algo de miedo. Su grito, con las venas a punto de reventar, era siempre el mismo: “Barcelonistes de cor, crideu amb mi: Barça (clap, clap, clap)”. Y enervaba todo un sector de la grada y, como un director de orquesta, corría hacia otro sector para que sumarán a la forma más clásica de animación. Cuando le decían que tenía un don, él respondía que no, que era un sentimiento que le salía del alma y que le llevaba hasta el éxtasis. No cobró jamás un duro del Barça, ni pidió hacerlo. Empezó con el fútbol, en el gol sud del Camp Nou en 1958, pero ya era un asiduo de las secciones del hockey sobre patines y del baloncesto. Ahí, la amistad con los jugadores, le permitían entrar incluso en el vestuario. Los presidentes les trataban ( Llaudet, Montal y Núñez) y los futbolistas le conocían. En los 70, en un Barça-Las Palmas lluvioso, con 2-0, el extremo que estaba cerca de tribuna era Rexach, se giró y le dijo “Tortosa, no animes más hombre, déjalo ya, que estás empapado”. Puro Charly. Auténtico Tortosa

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