Mirando a Messi con lupa
astantes palos han caído sobre Messi y Suárez por sus cariñosos mensajes de despedida a Arturo Vidal. Pero especialmente porque no hicieron lo mismo con Rakitic. Cada movimiento de Messi está siguiéndose con lupa desde que mantuvo el pulso con Josep Maria Bartomeu, al que reclamó el incumplimiento de la promesa de dejarlo salir del club. La declaración de amor que hizo el argentino para no ir a juicio con la entidad que le dio todo apenas ha convencido a los socios, que hoy ponen la lupa en sus saludos con Ronald Koeman y hasta sus pasos en el campo, y ya hasta se discute si el gesto de conceder un penalti a un compañero obedece a una desgana o a su generosidad. No me extraña el detalle de Messi y Suárez hacia Vidal, aunque sí el silencio hacia Rakitic. Pero cuando se juntan un argentino, un uruguayo y un chileno es posible que no exista más mundo que el de ellos. En esa conversación no existe Colombia, ni España y mucho menos Croacia. Si se enfrentan con sus países pueden llegar a las manos, pero juntos en el mismo equipo acaban adueñándose del vestuario, de la misma forma que son considerados los amos de los asados y del mate. Por esa la idea de separar de Messi a Suárez me recuerda mucho a la decisión que tomó Guardiola cuando se hizo cargo del Barça. A Pep no le dolió nada prescindir de Ronaldinho y Deco, que podían haber convencido a Messi de que la vida no solo es un balón, sino que hay otro tipo de diversiones. Lo malo es que la marcha de Suárez llega demasiado tarde
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