Mundo Deportivo (Barcelona)

El gran detalle de jugar en mi homenaje

- Tarzán Migueli

uando hace ya cinco años del fallecimie­nto de Johan Cruyff, sólo puedo evocar los buenos momentos vividos junto a él y lo mucho que aportó al fútbol y al Barça desde su llegada. Fue para todos una pérdida muy dolorosa, ya que Cruyff era una persona mundialmen­te reconocida, pero especialme­nte fue un palo para los seguidores de los clubs en los que dejó huella, especialme­nte el Ajax y el Barça. Todos los barcelonis­tas sentimos su pérdida.

Lo primero que me viene a la memoria es que llegamos al Barça el mismo año, 1973, aunque en la primera temporada yo sólo jugué un partido, en Zaragoza, y porque tenía permiso en la mili. Pero yo era un joven con mucha ambición y él ya era el número uno de Europa. Y llegar juntos al Barça digamos que hizo que tuviésemos un vínculo especial.

Fue un jugador que veía el fútbol muy fácil. Tenía de forma innata un cambio de ritmo brutal.

A todos no tenía con la boca abierta cuando llevaba el balón y a mí me enseñó trucos desde la óptica del delantero que me ayudaron muchísimo.

Como entrenador inició la mejor etapa del club. Era una persona que te hablaba claro y te hacía ver que eras bueno. Lo hizo conmigo como compañero y lo hizo con sus jugadores. Yo tengo un recuerdo especial: el día de mi homenaje. Él ya era entrenador del equipo. Jugó, igual que Charly, aunque los dos tenían ya 42 años, y daba órdenes desde el campo. Como ya lo hacía en los setenta siendo jugador. Johan incluso marcó. Fue su último gol en el Camp Nou. Para mí fue muy especial que los dos jugasen aquel partido.

Con el tiempo, hubo roces, malos momentos. Pero me quedo con la grandeza de un futbolista excepciona­l y con lo mucho bueno que compartimo­s. Me gusta que se le haya reconocido todo lo que dio al club

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