MIENTRAS LOS DESPACHOS
hacen su trabajo, el equipo se reunió ayer en casa de Messi en lo que sería la segunda conjura potente de la temporada. En la primera, también se hizo piña. De un vestuario con goteras, se arregló el tejado y los futbolistas se unieron para desplegar buen fútbol, dar una imagen sólida y luchar por los títulos posibles. Desde enero se vio otro Barça, mucho más unido, con jugadores solidarios y sin apreciarse malos rollos. Fue una conjura interna, sin propaganda, ni visualización. Fue efectiva. El Barça ganó la Copa y se colocó en posición privilegiada para conquistar la Liga. Luego vino el batacazo de Granada y ahora el FC Barcelona no depende de sí mismo, pero espera darle la vuelta a la Liga más apasionante de los últimos años.