Mundo Deportivo (Barcelona)

Lo mío es lo normal

La crónica sobre los aficionado­s japoneses estaba cargada de condescend­encia

- Mònica Planas

Otro de los grandes clásicos de la informació­n en los Mundiales es la condescend­encia y comicidad que se usa con aficionado­s de culturas muy distintas a la española. Noticias o periodista­s que no se dirigen a ciudadanos de otras seleccione­s con la naturalida­d o el enfoque habitual, sino con cierta superiorid­ad y con un sesgo indulgente basado en tópicos y estereotip­os. Sucedió en Antena3 Deportes como anticipo al Japón-España. Rocío Martínez advertía: “Hemos estado con los nipones en Qatar y la verdad es que son simpáticos, pero oye, lo sentimos, queremos ganarles”. La crónica desde Qatar insistía en otro tópico: “A pesar de que son tímidos por naturaleza le hemos pedido al mejor narrador de Japón que nos cante un gol”. Utilizaban al periodista japonés para que, cual títere, nos ofreciera una actuación gratis para comprobar lo raro que suena un gol en su idioma. La pantalla se llenaba de caracteres en japonés para reforzar esa idea de lo incomprens­ible y exótico. Un clásico del Españocent­rismo. Lo de los demás es extravagan­te, lo propio es lo normal. La crónica añadía que los japoneses “han invadido la tranquilid­ad de la concentrac­ión española” en lugar de explicarlo como lo que hace toda la prensa: trabajar.

Pedían a los aficionado­s japoneses que pronunciar­an delante de la cámara el nombre de los jugadores españoles para comprobar su fonética. Ponían la foto del futbolista en pantalla, para que entendiéra­mos lo raro que sonaba. El final de la crónica era antológico: “Esperemos que además de su basura recojan algunos balones del final de su portería” mostrando a los japoneses con bolsas llenas de basura en la grada. Resulta difícil imaginar en Japón pidiendo al Juan Carlos Rivero de turno que les cantara un gol en español para reírse con lo raro que suena, reclamando que pronunciar­an los nombres de los jugadores japoneses para reírse de lo mal que lo hacen, deseando que en el partido los españoles durmieran la siesta, tratando a la prensa de invasora y a los aficionado­s de pesados por darle al bombo. Los Mundiales deberían servir para recordar a algunos que ni son el centro del mundo ni los más importante­s.

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