Las claves de la eliminación de España
→ La selección española ya ha dicho adiós al Mundial de Qatar 2022, completamente hundida por la eliminación en los penaltis de octavos de final ante Marruecos. Después de su espectacular debut, con una goleada ante Costa Rica, los de Luis Enrique Martínez empezaron a mostrar frente a Alemania unas debilidades que se confirmaron en sus dos posteriores enfrentamientos con Japón y Marruecos. Estas son las claves del doloroso KO de la Roja.
1 Bloqueo mental
Solo fueron diez minutos de autocomplacencia ante Japón, pero cómo marcaron. Cuando llegaron con ventaja al descanso y vieron que Alemania ganaba a Costa Rica, regresaron al campo y levantaron el pie. Error mayúsculo que les costó el partido y les hizo dudar por primera vez en mucho tiempo. Hasta el momento, siempre habían seguido el discurso optimista del técnico, pero se vieron eliminados durante tres minutos y el pánico se apoderó de la tercera selección más joven del Mundial. Titubearon los cimientos y el bloqueo prosiguió hasta octavos.
2 Equipo demasiado plano
A España se le atragantan las defensas férreas. Los equipos sólidos, competitivos y físicos incomodan demasiado a la Roja, que no sabe cómo reaccionar. Se vio ante Japón y también ante Marruecos. Más aún cuando a un equipo defensivo y ordenado, se le une el carácter de los leones del Atlas. A España le faltó el ritmo de juego que imprimió en el primer partido. Demasiadas conducciones y muy pocas acciones a uno o dos toques. Mucho juego horizontal y poca profundidad.
Siguió faltando movilidad arriba y desborde por los costados hasta que entró Nico Williams. En demasiadas ocasiones España se convierte en un equipo previsible, quizás demasiado encorsetado. La libertad que los jugadores tienen fuera del campo, a veces parece que les falta dentro.
3 Productividad ofensiva
El partido de Costa Rica fue un espejismo. Parecía que el debate de la falta de gol de la selección española quedaba enterrado, pero desde entonces solo se lograron dos dianas en tres partidos. Contra el combinado vecino solo tiró una vez y media a portería. En ambos casos de Olmo. Un disparo lejano, que es el que recoge la FIFA como único remate entre los tres palos, y un centro en acción de estrategia que se fue cerrando y que casi sorprende a Bono. Pero es que la producción en ataque de la Roja dejó mucho que desear. En todo el campeonato remató en 51 ocasiones, solo 16 al arco. Un balance no demasiado holgado precisamente en una selección que se considera ofensiva como demostró ante los ticos. España volvió a tener perfiles demasiado parecidos en ataque y echó de menos alternativas que pudieran ofrecer algún matiz.
4 La gestión de minutos
Hubo cinco jugadores, tres futbolistas de campo, que se quedaron sin jugar en esta Copa del Mundo. Cuesta tener a todos los futbolistas enchufados, pero mantener el ritmo y la confianza es importante en un grupo que ha estado siempre unido y fiel a su entrenador fuera del terreno de juego. Hay ejemplos claros, como el de Marcos Llorente, que entró ante Marruecos tras tres semanas sin competir. O el de Sarabia, que solo saltó al campo prácticamente para tirar un penalti cuando hasta el momento estaba desterrado. Y lo sabía porque llevaba 20 minutos calentando en la banda, dándole vueltas a la pena máxima. También Ansu Fati, desaparecido los dos primeros choques -incluso en la goleada ante los ticos-, pero al que recurrió para sacar las castañas de fuego en el último tramo de Japón y durante la prórroga ante Marruecos.
5 Falta de liderazgo
Sin duda, el líder de esta selección fue Luis Enrique. Pero dentro del campo faltó algún jugador que fuera capaz de tirar del carro en los momentos complicados. España añoró esa figura. Aquel jugador que imprima carácter, que controle el tempo y enseñe a sufrir. Los jóvenes pusieron el talento, pero aguardaron respetando la jerarquía tras los veteranos, esperando que ellos dieran el paso y tomaran las riendas. No fue así. Al final, ni unos ni otros.