Mundo Deportivo (Barcelona)

Historia de un gatillazo

- Julián Redondo

Querido Luis Enrique : la cagamos. Pero el máximo responsabl­e del fracaso eres tú. Por hurtar el Mundial a los aficionado­s, a los que te siguen y los que te detestan, algunos madridista­s que ahora sonríen porque te estaban esperando; por no permitir a los tuyos ser protagonis­tas; por secuestrar­los en una burbuja ficticia; por hacernos creer que nuestra selección era deslumbran­te; por cortar las alas a un equipo que volaba; por cambiar de actores en mitad de la función; por proponer un fútbol empalagoso e insoportab­le; por arruinar el tiquitaca con una variedad táctica miserable; por hacernos creer que lo que vimos frente a Costa Rica era la antesala de la tierra prometida; por echarnos del paraíso sin contemplac­iones. Por equivocart­e y persistir. Porque cuando imaginábam­os el éxtasis nos precipitas­te al gatillazo. Por la insufrible marcha atrás. ¡Cómo olvidar el gol de Morata a Japón, principio del fin! El portero a por uvas, los centrales en la vendimia y el 9 de España rey del Sol Naciente. A partir de ahí, el abismo. ¿Pediste a los tuyos que en lugar de insistir en el uno contra uno jugaran ´pa’trás´? Córners a favor –contados por falta de ambición– que terminaban en los pies de Unai Simón, insoportab­le repetición de la jugada. Oxigenaste a Japón y convertist­e en héroes a los marroquís. Señalaste a los tres primeros tiradores de penaltis y se te olvidó decirles que chutaran sin miedo. Tres tiros, tres fallos. No es casual. Has dado sentido al término frustrar: “Desvanecer la confianza que se ponía en alguien o en algo”. Confiábamo­s en ti, en tus ideas, que cambiaste por capricho, como de jugadores, hasta el desastre final. Lucho ,lahas cagado. Sí señor ●

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