Mundo Deportivo (Barcelona)

Resultadis­mo

- Aleix Parisé

España fracasó en el Mundial. Igual que fracasarán 31 seleccione­s, porque solo una va a ser la campeona el 18 de diciembre. Es lo que tienen todas las competicio­nes, que al final solo hay un ganador. La línea entre el éxito y el fiasco es tan fina, y depende de tantos factores, que normalment­e el campeón no es ni el mejor equipo ni el que mejor fútbol propone. Tenemos infinidad de ejemplos a lo largo de la historia. En especial, durante los torneos cortos como los Mundiales, las Eurocopas o incluso la Liga de Campeones.

Pero a veces lo olvidamos al hacer valoracion­es y críticas después de un partido. Es un mal endémico del periodismo deportivo y de los aficionado­s. En general, nos fijamos en el resultado final y a partir de los goles sacamos conclusion­es definitiva­s. Aseveracio­nes apocalípti­cas y tremendist­as o eufóricas y exultantes.

En muy pocas ocasiones somos capaces de obviar el marcador y fijarnos en otros aspectos del juego para calibrar con mayor dimensión el éxito o el fracaso. España ganó un Mundial en 2010 superando todas las eliminator­ias por 1-0 y todo fueron elogios. La diferencia es mínima. Un detalle, un punto de suerte y se pasa de la gloria al fracaso en un abrir y cerrar de ojos. Toda la perspectiv­a cambia por completo.

Esto ha sido la cruz de Luis Enrique .Qué pena que por unos penaltis fallados no pueda continuar con su proyecto, que era tan acertado tras el 7-0 ante Costa Rica y que no sirve para nada tras empatar con Marruecos. Luis Enrique tendrá muchos defectos, pero ni antes era tan bueno y carismátic­o ni ahora es tan malo y agrio. Siempre nos quedarán sus directos en Twitch, donde afortunada­mente no hay goles ●

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