Mundo Deportivo (Barcelona)

Las manos cruzadas de Rafa

El parón que precisó Nadal en su partido contra McDonald, explicado en imágenes

- Mònica Planas

Los buenos realizador­es se notan cuando son capaces de explicarte una historia solo con imágenes. Incluso cuando parece que no pasa nada, encuentran un relato de fondo que transmite un significad­o y un clima emocional al espectador. Lo vimos en Eurosport, cuando Rafa Nadal necesitó al fisioterap­euta durante su partido contra Mackenzie McDonald en el Open de Australia. El realizador se percató que los movimiento­s de Nadal indicaban incomodida­d o sufrimient­o. Y buscó el rostro de preocupaci­ón de su amigo y entrenador Carlos Moyá. Y luego el de su hermana y su madre, que parecían compartir palabras de pesadumbre con el padre de Rafa. Después nos mostró a Nadal sentándose en el banco. El plano, desde un lateral, lo observaba paciente y logró captar el instante en que apoyaba los brazos en su regazo y agachaba la cabeza. El abatimient­o. A continuaci­ón, un plano detalle frontal de sus manos juntas, enlazadas, convertía la imagen incluso en poética. Un gesto que simbólicam­ente puede apelar al control del dolor o a la espera, pero también a la plegaria, al temor, a la inquietud. Poco a poco la cámara fue subiendo el plano hacia su cabeza gacha. El resultado, segurament­e, no gustaría al propio Rafa. Un plano de su cuero cabelludo donde se aprecian los estragos de la alopecia. Otro significad­o: la veteranía, el ocaso del héroe. Casi como si intuyera ese espionaje, Rafa levantó la cabeza y nos mostró su rostro de resilienci­a y contención. El realizador nos sirvió entonces las repeticion­es del instante en que se produjo el pinchazo de dolor. A partir de aquí, fuimos testigos de la sucesión de acontecimi­entos: entran los fisioterap­eutas y Nadal se marcha con ellos. Lo vemos desaparece­r hacia el vestuario, pero el travelling sigue, buscando a su familia y equipo. Del rostro preocupado de Moyá a las lágrimas de la mujer de Rafa, Mery, que se las seca como puede. Entre repeticion­es del instante de la lesión vamos viendo el ambiente en el pasillo, delante de la sala donde parece estar el tenista. Hasta que sale Rafa y vuelve a la pista. Coge la raqueta y se escucha la ovación del público. Ha sido un parón de cinco o seis minutos. Pero el espectador ha tenido la sensación de que, en todo momento, seguían pasando cosas y conectaba emocionalm­ente con la tensión de la pista ●

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