Semana grande
La felicidad existe. Después de cuatro años, el Barça vuelve a ser campeón de Liga y lo hizo en Cornellà, con una exhibición y una multitudinaria celebración por las calles de la ciudad. Como en esta radiante, lluviosa y fértil primavera, los culés volvemos a sembrar nuevas ilusiones. Arriba, en lo más alto del firmamento futbolístico, nuestro hijo pródigo, Pep Guardiola ,el guardián de las esencias del maestro Cruyff, fue capaz de destrozar al Madrid con una oda al fútbol espectáculo. ¡Cuánta belleza e intensidad destiló el City! ¡Qué clase la de De Bruyne o Bernardo Silva, ese pequeño gran jugador que pudo más que el gigante Halaand para tumbar la resistencia de un siempre poderoso Courtois! También fue un placer ver el desarrollo de Rodri ,un mediocentro superdotado que viene a heredar el trono de Busquets.
Hay partidos de fútbol que no se olvidan y lo visto en esta brillante eliminatoria, viene a recordar que la justicia existe y que no siempre gana el que más suerte tiene, sino quien mejor juega. Les falta ganar la final contra un equipo italiano. Si lo hacen, muchos culés nos alegraremos por Pep, Soriano o Txiki. El Manchester City es un súper equipo que marca el camino a seguir. Aquí nos falta talonario, pero tal vez, algún día quienes crecieron en Can Barça puedan regresar para contribuir a nuestro renacer.
Mientras tanto, celebramos esta meritoria Liga y esta semana grande, tan sólo empañada por la deplorable imagen de una parte de la afición perica. La grandeza del fútbol reside en no olvidar nunca las esencias del buen juego, ni el fair play ●