Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
El vídeo dio vida al figura de los ultra
Al final se salieron con la suya. Una vez más. Una grabación de vídeo con la machada llevada a cabo (espero que se entienda la ironía) en pleno corazón del Botxo y para casa sin intención previa alguna de asistir al encuentro de turno. Vinieron a lo que vinieron.
El follón ya estaba montado. Era lo que querían. Era lo que han conseguido. Todo el mundo sigue hablando a estas alturas de partido del vídeo del ultra que agrede a un hombre sentado en una terraza de la Plaza Nueva y de las risas de sus dos compañeros de andanzas. El sinsentido elevado a la máxima potencia. Solo falta ver las imágenes y asistir al discurso que emplea el agresor para tener una idea más o menos exacta de su catadura moral e intelectual. El problema, insisto, es que se salió con la suya. Él y sus dos coleguitas. El pasado jueves de lo que más se habló en Bilbao antes, durante y después del choque de San Mamés fue de la agresión de marras. Ayer, también.
“El Real Betis condena enérgicamente la agresión producida hoy en Bilbao. Bajo ningún concepto representa a la afición verdiblanca. Hechos como estos, contrarios a los valores que preconiza el fútbol y el Real Betis, deben erradicarse de nuestro deporte”, llegó a publicar en su cuenta oficial de twitter la propia entidad verdiblanca antes de que el balón comenzara a rodar en San Mamés. La dimensión mediática y social de la referida agresión de la Plaza Nueva había traspasado fronteras a un ritmo vertiginoso. Es lo que tiene este deporte. El fútbol, guste o no, es un magnífico escaparate para que cualquier tarado se convierta en el personaje del día e incluso de la semana o del mes.
No hacen falta muchos medios además para ello. Con un ‘figura’, una víctima y un teléfono móvil es suficiente. A las pruebas de lo acontecido el jueves en un céntrico punto de Bilbao me remito.
La parte y el todo
La solución al problema es más complicada de lo que parece. Primero, por cierto, habría que dejar el fútbol al margen de la polémica. Esto poco o nada tiene que ver con el balón. Este tipo de ultras, radicales, violentos o como quiera llamárseles solo se representan a sí mismos. Se aprovechan, eso sí, de unos colores para hacerse notar cada cierto tiempo. Constituyen un peligro en sí mismo.
El error a evitar es el de confundir la parte con el todo. Hablamos de una minoría minoritaria dentro de aficiones integradas en su gran mayoría por personas a las que les gusta el fútbol y, sobre todo, ver ganar a su equipo. No hace mucho en el mismísimo San Mamés se pudo comprobar como dos hinchadas pueden asistir a un partido en sana convivencia y participar al unísono de la fiesta sea cual sea el resultado. Lo de la hinchada de la UD Las Palmas, con el marcador 5-1 en contra, fue de chapeau.
Del último Athletic-Betis, desgraciadamente, lo que perdurará será la agresión matinal de la Plaza Nueva. Los que la querían montar la montaron y se fueron de rositas porque no hubo denuncia por medio. La alarma social, eso sí, cundió en el Botxo, aunque el vídeo de marras poco o nada tuviera que ver con el fútbol. Saquen sus propias conclusiones