Verde como una manzana

Cuando Andoni Aretxabaleta, pelotari de Markina, se aprestaba profesional a en vivir las su filas debutde como Asegarce, respondió con una metáfora muy jugosa a la pregunta de este periodista sobre si se veía preparado para dar ese salto: “Qué va. Estoy más verde que una manzana”. La sinceridad sin filtro y el desparpajo de aquel chaval, que por entonces aún no había cumplido los 19 años, me encandilaron.

No sin antes desearle una pronta recuperación al bueno de Andoni, aún de baja tras una mala racha de lesiones, procedo a aclarar a qué viene esta anécdota. Y es que esa frase me ha venido a la mente cuando veía la segunda parte que ayer cuajaron los leones en el National Arena. Creo que no soy el único que sacó como conclusión que el Athletic está aún muy, muy verde. Tanto en el aspecto físico como en el juego.

No es para sorprenderse. El equipo lleva tres semanas y media hacerseque por dea mucholas trabajo ideas quey de aúnse Ziganda,puedadebe entender como un técnico de continuidad respecto a la línea de Valverde, aporta cosas distintas. Por contra, el Dinamo ha jugado ya las dos primeras jornadas de la Liga rumana. Y se notó.

Cabía esperar que el oficio rojiblanco bastara para volver de Bucarest con un botín mayor al recaudado. Parecía que así iba a ser tras una primera parte en la que, pese a no hacer nada del otro mundo, el equipo no pasó apuros y además cobró ventaja. Pero cuando los locales dieron un paso adelante, el control saltó por los aires. El golazo de Rivaldinho acrecentó los nervios en los bilbaínos, a los que se vio precipitados y fallones. Le queda a este Athletic de Kuko una semana más para madurar y eludir arrancar con un fiasco que le dejaría marcado para los restos