Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Tontería máxima: ¿Azul o morado?
Ridículo mediático monumental ante una percepción óptica en la camiseta de La Roja
Nueva situación esperpéntica en los programes deportivos. Ahora resulta que los abanderados del “No hay que mezclar política y deporte” han fabricado una polémica terrible porque, por culpa de un efecto óptico, el malvado fantasma de la República quiere apoderarse de la camiseta de la selección española. La simbología de La Roja es víctima de una sutil invasión morada contra la que no se puede luchar: la conquista se hace efectiva en nuestra retina y no en el tejido. Las microfranjas de la cenefa, azules y rojas, producen un efecto óptico que se traduce en morado a la vista. Es una simple ilusión, pero tremendamente angustiante y molesta para algunos. Todos los informativos sin excepción, magazines matinales, de tarde, han dedicado esfuerzos y minutos en profundizar en ello. De nada les sirve el argumento del homenaje a una antigua camiseta idéntica. Tampoco el simple efecto óptico. Hay que ir a las puertas del Congreso a entrevistar a políticos para saber lo que piensan de la camiseta, a considerarla sospechosa porque a los de Podemos les gusta, a perseguir a los jugadores del Barça para saber si la cenefa la ven azul o morada y, sobre todo, si le gusta a Piqué. Es más, en laSexta hasta apuntaban que “la polémica en Catalunya también se cuela en la camiseta de la selección española”. Hasta de esto tienen la culpa los odiados independentistas: de que emerjan los colores de la República como por arte de magia.
El martes, Pedrerol dedicó doce minutos al asunto, la mitad del programa. Añadía al drama que la camiseta de entrenamiento de la selección es, sospechosamente, demasiado azulgrana: “¡Esto parece una broma de mal gusto!” se lamentaba el presentador. ¡Y tanto! Efluvios republicanos en la de competición, emanaciones culés en la del entrenamiento… ¡Qué mal gusto, por Dios! Y venga a poner tuits de gente anónima asociando la tramaa Puigdemont, Piqué yel Barça. Ca-ta-la-no-fo-bia.
No se trata de un problema textil ni de retina. Es mental: creado por culpa de todos los prejuicios ideológicos y la intolerancia a la diferencia, que están tan enquistadas que no pueden ni soportar un absurdo efecto óptico