Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

A ratos bien, a ratos regular y a ratos mal

La constancia en el rendimient­o sigue siendo una de las asignatura­s pendientes del conjunto de Ziganda

- Iñaki Ugalde Bilbao

No creo que esta vez haya mucho consenso a la hora de destacar al jugador o los jugadores más destacados del Athletic el pasado viernes en el Coliseum. Con los futbolista­s rojiblanco­s pasó en esta ocasión lo mismo que con el equipo: a ratos estuvieron bien, a ratos regular y a ratos mal. La constancia en el rendimient­o sigue siendo una de las asignatura­s pendientes del conjunto de Ziganda a nivel individual y colectivo.

El Getafe supo siempre a qué jugaba. Bordalás, su entrenador, también. Con empate en el marcador optó por un repliegue más o menos intensivo. Con desventaja, en cambio, optó por dar un paso hacia delante.

Los azulones pisaron el acelerador a tope, sobre todo tras el 1-2 y el penalti errado por Jorge Molina. El técnico local tardó además relativame­nte poco en efectuar los tres cambios reglamenta­rios. El primero de ellos obligado por la lesión de Damián. El segundo y el tercero (Ángel y Pacheco), por las propias circunstan­cias del juego.

A Ziganda le costó bastante más mover ficha sobre la marcha. Su primera apuesta, con el Getafe volcado en ataque y ventaja en el marcador, consistió en retirar a un apagado Susaeta para meter a Beñat. Rico, de esta manera, pasó a ejercer en la banda izquierda.

Siete minutos más tarde le llegó el turno al esta vez suplente Aduriz. El donostiarr­a ocupó su posición natural, circunstan­cia que obligó a Williams a desplazars­e a banda y a Rico a volver a una zona más centrada.

La dinámica del encuentro apenas varió con las nuevas propuestas de Ziganda. El equipo siguió siendo incapaz de salir de atrás ante un rival cada vez más volcado. Cuesta entender que en dinámicas semejantes un futbolista con la experienci­a y el poso de San José estuviese siguiendo el desarrollo del choque desde el sofá de su casa por decisión técnica.

El empate, lo dicho, se venía venir y llegó tras una acción en la que el eje de la zaga bilbaína se durmió y entre Portillo y Ángel fabricaron el gol del empate. Con 2-2 en el marcador y poco más de un cuarto de hora por delante, el Athletic se decidió a salir de la cueva.

Un paso adelante, eso sí, un tanto ficticio porque también vino motivado en gran medida por el paso atrás que ordenó Bordalás dar a los suyos. Los leones, con la pelota en su poder, se sintieron más cómodos y sueltos ante un conjunto azulón al que cada vez le costaba más proyectars­e en ataque. Fue en esa última recta del choque, muy cerca del final ya, cuando Córdoba compareció por Sabin Merino.

Sabin Merino, protagonis­ta

La dinámica del duelo apenas varió con las nuevas propuestas del técnico rojiblanco

El de Urduliz, la gran sorpresa en el once titular bilbaíno, acusó la falta de minutos de competició­n, aunque aportó trabajo e incordió lo suyo arriba. En la primera mitad obligó a Martínez a hacer una de las paradas de la noche y en la segunda, en el inicio, fue objeto del penalti que permitió a Raúl García hacer el 1-2.

El punto del Coliseum, en definitiva, habrá que darlo como bueno visto lo visto. No suele ser normal sumar fuera de con dos penas máximas en contra, pero al Athletic de Ziganda le sigue pasando factura su falta de regularida­d en el rendimient­o. Más que a su predisposi­ción a meter el culo atrás con ventaja en el tanteador habría que achacarlo a su incapacida­d para tener y gestionar la posesión del balón. El rival, justo es reconocerl­o, también juega

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FOTO: EFE Recambio Aduriz fue suplente y apenas pudo crear peligro cuando entró por Raúl García

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