Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Entre sarmientos y brotes verdes
Jugadores que se marchitan y promesas que buscan su hueco deberán afianzar su protagonismo en este final de campaña convulsa
Un fin de semana sin partido del Athletic es como una comida sin pan. Un despropósito, vamos. Y eso a pesar de la temporada que llevamos. Menos mal que entre semana pude disfrutar sin apasionamientos de la calidad de españoles y alemanes en el duelo entre campeones del mundo.
Esta tarde, más y mejor, que decían en el circo, con Messi, Higuaín,
Banega y compañía enfrentándose a los amigos de Iniesta. Todo un placer, más allá de resultados. Qué goce para la vista y para el cardio ver rodar un balón esta temporada sin rojiblancos maltratándolo de por medio.
En mitad de la paz futbolera decidí irme con unos amigos a Laguardia, por visitar una bodega, probar algunos caldos y tratar de olvidar los sinsabores que nos depara el equipo de la tierra. A pesar de rehuir el tema Athletic, al final, intercambiamos opiniones, como siempre. Observando los viñedos, en esta época del año apenas un esbozo, raquíticos en su invernada, me vino a la mente la imagen de la plantilla rojiblanca, similar a los campos romos ahora, pero llenos de vida futura.
Entre sarmientos secos amontonados, que ya solo sirven para dar fuego a las adoradas chuletillas de cordero, intuí los verdes y jugosos racimos de uva que, si el dichoso sol vuelve de su cautiverio, aparecerán con los meses. En el ámbito deportivo, sol o lluvia nos darán igual. Habrá que esperar, eso sí, a la nueva temporada. A los brotes verdes que ya asoman en la plantilla, a que maduren y se consoliden antes de sacarles todo el jugo que llevan dentro, a fin de procurar buenos mostos y buen juego.
Racimos de fruta recién recogidos y sarmientos escaldados en las brasas, entrelazados en un mismo barco, como esos jugadores ya veteranos, pero aún dispuestos a realizar un último acto de servicio al club, protegiendo el crecimiento de las cepas nuevas, permitiendo su consolidación. Unos no pueden vivir sin los otros.
En su justa medida
Trasteando por las calles de Biazteri -sin perdonar la cata de unos vinos de año-, acabamos comiendo en la Peña Athletic del pueblo, presidida por el aita de Óscar de Marcos. Al final, los colores tiran más de lo que creemos. Entre fotos del vástago celebrando alguno de sus goles, ojeamos la prensa diaria, en la que aparecía el bravo lateral en una entrevista asegurando que este era el año más duro que ha vivido desde su llegada al Athletic. Como para no creerle a un tipo que se cascó un partido entero con medio escroto colgándole.
Nos gustó lo que resaltó más adelante. Que este tipo de temporada servirá para valorar mejor, “en su justa medida”, dice, lo logrado en campañas anteriores, con Valverde y
Bielsa. Es verdad, pero la diferencia es tan grande, que duele. Hace escasas fechas -la mañana previa al partido de vuelta ante el Olympique de Marsella, exactamente- me vi en youtube reportajes extensos sobre los partidos del Athletic ante el Shalke 04, en Alemania, el del Sporting de Portugal, en Bilbao, y el 2-3 ante el Manchester. Disfruté como un enano ante el espectáculo. No podía casi creer que el Athletic, alguna vez, hubiera llegado a jugar así.
Era como recoger las mejores uvas de la cepa y estrujarlas en la mano bebiendo su jugo intacto. Como tomarnos un buen reserva, si prefieren ser más finos. Ahora, nos toca podar las cepas, retirar las ramas a un lado y asar unas chuletillas. Abonar y dejar que escampe. El sol brillará de nuevo y la ilusión, el sueño, se contagiará con los nuevos brotes verdes. Son los ciclos de la vida y afectan tanto a los viticultores como a los responsables de Lezama o del primer equipo. Paciencia, sin prisas todo llega, solo hay que trabajar