Pitos sin imágenes

No cabe duda de la relevancia de que un árbitro elija San Mamés para dirigir su último partido. No hay nada que objetar a que el realizador televisivo le conceda unos instantes a él y a sus familiares y amigos en el momento en el que decreta el final de su último partido. Pero hurtar al telespectador de lo que acontece en el resto del campo cuando la afición del Athletic despide a su equipo con una sonora pitada y los jugadores se concentran en el círculo central para despedirse discretamente, impedir a los sufridores de pago a distancia de ese momento único y que forma parte fundamental de la retransmisión, impide calificar con precisión la magnitud y la trascendencia del hecho, casi tanto como esa costumbre de subir los decibelios de los himnos para aminorar la respuesta del público. Lo más que podríamos sería apurar al detalle el retrato robot de las acompañantes de Borbalán, pero algo me dice que el foco principal de la noticia estaba en otra parte. Muy mal.

Con todo la despedida de San Mamés -como casi siempre más semivacío que otra cosa- fue la esperada, aunque sin señalar a nadie con cánticos de ayer, hoy y siempre como en alguna que otra ocasión. Tal vez el anuncio por adelantado del cese de Ziganda haya calmado a los que impacientemente desde verano decidieron ’no apoyar’ la opción de quien esperó y esperó en el Bilbao Athletic, a base de buenos y muy buenos resultados por cierto, su oportunidad de dirigir al primer equipo y cumplir así uno de sus sueños profesionales.

Pobre temporada, decepcionante final y triste experiencia para un entrenador al que sus errores y una dinámica de permanentes infortunios le han impedido mostrar su valía. Se cierra otra campaña, algunos la describen a modo de epitafio como ’era Ziganda’, ellos sabrán por qué. Mucho por analizar, bastante por mejorar, demasiado por reconocer y unas cuántas incógnitas por despejar. Agur Kuko, ¿hola Toto?