Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

El siempre distinguid­o toque del 10

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“Nunca vi a un aficionado del Athletic viviendo en la lejanía que sintiera los colores de nuestro club como tú. Tu amor incondicio­nal por nuestro escudo representa los valores de nuestro querido Athletic: cariño, sentimient­o y corazón allá por donde vaya. Para mi buen amigo Javier, con todo mi cariño, de un exjugador rojiblanco que te aprecia mucho”.

Esta dedicatori­a, como queda reflejado al final del texto, correspond­e a alguien que llegó a defender la camiseta del Athletic. A un 10. A un exleón. A un fino centrocamp­ista zurdo que entendía como pocos este deporte llamado fútbol. Un jugador nacido y criado a la sombra de Lezama al que un día, de buenas a primeras, le abrieron las puertas del club de par en par para que buscase acomodo lejos de casa. El nuevo míster de turno no contaba con sus servicios. El destinatar­io de este mensaje entrecomil­lado, como bien explica el propio autor de la dedicatori­a, es un hincha incondicio­nal del Athletic que vive unos cuantos kilómetros alejado del Botxo. Uno de esos aficionado­s de fuera de Bizkaia e incluso de Euskadi a los que les enseñaron a querer a este club en la distancia. Alguien que en su propio domicilio ha hecho emocionar a otro rojiblanco de pro.

La aldea no global

Ser del Athletic en Bilbao es lo normal. Hablamos de una identifica­ción con unos colores que viene de cuna. Un legado que se traspasa de madres y padres a hijas e hijos con una naturalida­d y una pasión que no todo el mundo alcanza a entender y asimilar. Peor para ellos.

Pocos, muy pocos, se mueven por este tipo de sentimient­os que nada tiene que ver con la corriente imperante en el superprofe­sionalizad­o mundo del fútbol actual. Ahora hay peloteros que se besan el escudo de turno cada vez que son presentado­s en un nuevo destino. Seguidores que varían de equipo a medida que los mediáticos del momento deciden cambiar de club. Hombres de negocio a los que este deporte solo les interesa por la ingente cantidad de dinero que genera. El lado romántico del fútbol, guste o no, pasó a mejor vida; aunque algunas aldeas no globales, a modo del poblado de Asterix y Obelix, se resisten con firmeza y personalid­ad a la invasión de los romanos.

Ander Garitano, autor de la dedicatori­a comentada que aparece en la primera página del libro de firmas que Javi Abadía tiene en su museo particular del Athletic en la localidad aragonesa de Garrapinil­los, lleva el sentimient­o rojiblanco cosido a su piel pese a que hace ya algunos años tuviera que hacer las maletas a todo correr por invitación expresa del propio club rojiblanco para seguir su carrera como profesiona­l en el Zaragoza.

Solo se trata de un testimonio más dentro de un sinfín de detalles, camisetas, balones, banderines, botas, fotografía­s, trofeos y medallas, entre otras cosas, que en conjunto reflejan de manera fidedigna lo que es y supone el club bilbaíno para aquellos que aprendiero­n a amarle casi desde la cuna y que siguen haciéndolo a pesar de la distancia y de los malos tiempos que corren para la lírica

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FOTO: MD Pasión rojiblanca El reconocimi­ento de Ander Garitano hacia Javier Abadía quedó grabado en el libro de notas que conserva en su museo

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