Semana loca del Madrid

Lo reconozco: los males del Real Madrid me sacan la sonrisa de colmillo afilado. Odio lo merengue hasta el tuétano. Es mi herencia genética, lo admito. Llevaba una semana cabizbajo.

Solari estaba creciendo a ojos vista. Tras ganar a los colchoneros, el conjunto blanco se sumaba a la pugna liguera y en Ámsterdam, en la vuelta a la Champions, recibía el legado de la flor de Zidane para ganar de manera inmerecida al Ajax. En el horizonte, de vuelta a la competición doméstica, se vislumbraba una goleada al Girona para cerrar la semana de Gloria.

Pues bien, me invadía la tristeza del reamanecer merengue cuando todo cambió de repente. Primero, Sergio Ramos, quién si no, se suicidaba deportivamente admitiendo en la tele que había provocado su tarjeta amarilla para cerrar ciclo antes de cuartos de final. Muy bien majo, eres el más listo de clase.

Luego, el domingo, resulta que el Girona se crece como un enano y les da “pal pelo”. Y al de Camas le expulsan por vigesimoquinta vez en su carrera blanca. Y se quejan de los árbitros.

Si basta con ponerles un micro delante y una cámara. Se bastan solos. En el basket, tras la Copa, hasta se plantean abandonar la ACB. Qué placer