Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Triste final para un proyecto ganador
Ironías del destino. Ayer, el día que empezaba el verano, el Comité Olímpico Español liquidaba la candidatura de los Juegos Olímpicos de Invierno 2030. Se veía venir. Era la crónica de una muerte anunciada, de una candidatura que ha vivido cuatro proyectos olímpicos en 17 años y cuya nave parecía que ahora llegaría a buen puerto, pero no ha sido así. Básicamente por la postura incomprensible del presidente aragonés Javier Lambán. El proyecto de los Pirineos había sorteado todos los obstáculos, pocos pensaban que el enemigo lo tenían en casa: en Aragón. El COE anunció el acuerdo técnico de la candidatura el 28 de marzo y lo que tendría que haber sido un trampolín al estrellato fue la caída a una fosa abismal, por culpa de un posicionamiento aragonés irracional, falto a la realidad, mezclando la política más casposa y peligrosa y el deporte, y utilizando un lenguaje ‘bélico’ lamentable.
El COE y su presidente, Alejandro Blanco, lo intentaron hasta la saciedad, pero fue imposible. La sensación es de tristeza y rabia. Rabia porque era una apuesta ganadora y se pierde una ocasión histórica, y tristeza porque hubiera representado una gran inversión para el Pirineo y para los deportes de invierno y de hielo. Una pena, la verdad ●