Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

Retrato íntimo de Pablo Urdangarín en el Barça

BALONMANO ➔ Lucha por ser profesiona­l ante la marejada mediática por sus apellidos

- Lluís Carles Pérez

➔ Pablo Urdangarín, de 21 años y 1,91 metros, seguirá en el Barça la próxima temporada con el mismo rol: será jugador del filial y ayudará al primer equipo cuando Carlos Ortega lo considere oportuno. Esta temporada ha marcado 24 goles en la Liga ASOBAL con un acierto del 73%. Cubriendo una baja de Blaz Janc, debutó en marzo en la Champions que encumbró a su padre, Iñaki Urdangarín, el ex jugador del 'Dream Team' de las cinco Copas de Europa consecutiv­as (1996-2000) que ya cumplió su pena de cárcel por el 'caso Nóos'.

“Pablo ha demostrado que aprovecha los minutos que tiene”, apuntó Ortega meses atrás. “Yo no me pongo límites, quiero aprovechar esta oportunida­d aquí y mejorar. Creo que puedo llegar bastante lejos y confío en mí mismo”, dijo Pablo este año en Barça TV.

Su presente se resume en ese deseo de ser jugador profesiona­l en medio de la marejada mediática que supone ser hijo de Urdangarín y la infanta Cristina de Borbón. La separación de sus padres aumentó el revuelo. En el Barça, su cobijo, todo el mundo habla maravillas de él y su respuesta a semejante ajetreo, con 'paparazzi' apostados en los sitios más insospecha­dos. Sufre el peso de sus apellidos.

“Yo intento mantener siempre la parte deportiva al margen de todo esto, aunque es verdad que lo sufrimos de rebote”, dice a MD su entrenador en el Barça B, Ferran Porres. “Él ya tiene que aguantar bastante fuera, pero aquí es un jugador más como cualquier otro. Pablo es un chaval supereduca­do, muy respetuoso y muy afable en el trato. Es un encanto de chaval, predispues­to a escuchar y aprender. Dentro del grupo está super bien integrado”, resalta Ferran.

‘Paparazzi’ por todos lados

“Desde que estalló todo, nos encontramo­s a ‘paparazzi’ en aeropuerto­s, pabellones, hoteles. Es una situación difícil para él, pero tiene muchas más herramient­as que cualquiera para gestionarl­o, supongo que está acostumbra­do a esto, se ha educado con esto”, explica su entrenador.

“¿Cuál es el problema? Además de lo que él tiene que sufrir porque se han separado sus padres, en su caso es ‘vox populi’ y se magnifica porque se lo están recordando constantem­ente por todos lados, todo el mundo pone el dedo en la llaga y buscan la foto o la exclusiva. Eso es lo peor, la dificultad añadida alrededor”, lamenta el técnico, que destaca la capacidad de Pablo para cambiar de chip.

“Jugadores y técnicos le están ayudando mucho porque son gente muy cercana y él se siente aquí dentro de un escudo. En algún sitio le han recibido peor, pero ha sido algo muy concreto. Por suerte, ha sido más neutral de lo que nosotros esperábamo­s. En la mayoría de pabellones reciben a 'Pablo con el 77' igual que si entra con el 20 'Perico el de los Palotes'”, explica.

Porres desgrana también al Pablo deportista. “Es un extremo derecho que tiene cuerpo para poder jugar en la élite, tiene planta, salto, es muy atlético. Aún le falta hacer una evolución física importante, pero está en ello. Si sigue con esta evolución, estoy convencido de que puede ser jugador de élite y vivir del balonmano, pero una cosa es jugar en un equipo ASOBAL u otro europeo y otra ser jugador del Barça, que busca jugadores que aspiren cada año a ganar la Champions”, observa el entrenador.

“Jugar en el Barça, el Kiel o el PSG son palabras mayores, es otra cosa, difícil porque hay que mirar a largo plazo. Está claro que el año que viene no pasará, dentro de tres años complicado, pero quién sabe si dentro de seis o siete años, dependerá de muchas variables”, opina Ferran Porres ●

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FOTO: PERE PUNTÍ Pablo Urdangarín, hablando con Aitor Ariño durante un partido del Barça

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