Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Jordi Alba juega partiendo la pana
Segunda asistencia de gol del lateral, que corrió a abrazarse a Luis Enrique
En l´Hospitalet, todos conocen a Miguel Alba. Ayudaba a los niños del barrio, les enseñaba a tocar instrumentos básicos, la corneta, el tambor, la trompeta. Uno de esos niños de familia humilde, un pizpireto echado p’alante era Antoñito. Antonio Orozco. Todo se lo debe el cantante al padre de Jordi Alba. Él le enseñó a amar la música y a escribir.
Alba es de Orozco y de Estopa. Vecinos de Cornellà. De la periferia. Donde tienes que ser pillo para sobrevivir. Donde te enseñan a ser agradecido, a disfrutar de cada oportunidad que te da la vida. Los Estopa cuando escribieron “partiendo la pana” parece que lo hicieran para Jordi Alba. Así juega el lateral azulgrana, arrasando, siendo protagonista, pidiendo la bola. Siendo agradecido. Sumó Alba su segunda asistencia en el Mundial. Esta vez fue Olmo quien abrió para la banda izquierda, la suya, y Jordi levantó la cabeza para poner el balón allí donde Morata no fallaría. Tiene esa clarividencia Alba, entiende el juego de Luis Enrique como pocos y aporta en fase ofensiva lo que necesita la selección.
Asistió y cuando vio que el balón entraba en la portería de Neuer corrió como una exhalación a abrazarse con Luis Enrique y el staff técnico. Corrió como nunca, corrió buscando al entrenador que ha confiado en él aunque en el Barça pasara por problemas. Corrió a abrazarse a Luis Enrique, agradecido, porque aunque Lucho trate con naturalidad el recuerdo del adiós de su pequeña Xana, estremece.
Alba ha encontrado en Luis Enrique a un tipo directo, como él, sin filtros, que dice lo que piensa, que actúa como le dicta el corazón.
Así es Miguel, el padre de Jordi, la persona buena que ayudaba con la música a sacar de la calle a los niños del barrio.
De la calle es el juego de Gavi, de plaza de pueblo, de pelearte en la era con tus amigos y con las piedras. Gavi ante la Alemania de las cuatro estrellas. Gavi es un elemento sorprendente en una selección muy coral.
Empató España y nada más acabar el partido, Luis Enrique entró en el campo. Fue a buscar uno a uno a sus jugadores para abrazarlos. Allí, sobre el césped, se dedicó a valorizar un empate contra una selección germana que respetaba tanto a España que en la primera mitad no es que le regalara el balón, sino que fue incapaz de robárselo a La Roja con una posesión de prácticamente la mitad: 55% por 29%.
Lucho acompañó a sus jugadores al fondo español para agradecer los ánimos y cogido a Busquets enfiló vestuarios.
Busi está viviendo en el Mundial su último gran torneo con la selección. El campeón del mundo interpreta lo que quiere Luis Enrique, es la esencia de la selección. Se retiraron caminando, sabiendo ambos que el 1-1 obliga a España a ganar el último partido contra Japón porque las especulaciones no sirven cuando estas en una Copa del Mundo tan igualada como esta.
Dice Luis Enrique que es gilipollas porque necesita que haya problemas para funcionar mejor. No plantea la selección problemas en su concepción de juego pero seguro que al analizar el partido verá que alguna de sus elecciones no estuvo a la altura. Y mirará al banquillo y resolverá que quizás es el momento de que entre a jugar Ansu Fati, que jugó el último amistoso en Jordania y que en los dos partidos del Mundial ni siquiera ha calentado para entrar por alguno de sus compañeros. Quería un problema Lucho, ahí lo tiene: contra Japón, mejor ganar. Que el Mundial es muy duro
Lucho saltó al campo para abrazar uno a uno a sus futbolistas y se retiró con Busquets