Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

Del control alpánico

- Lobo Carrasco

Tres centrales para Moriyasu; Morata y Nico Williams para acompañar a Olmo. El partido comenzó con España dominando el juego y presionand­o en campo nipón. Viento a favor hasta en el aspecto táctico porque Rodri y Pau Torres repartían balón acampados en medio campo. El 15-4-1 del técnico japonés tenía un defecto y Morata lo descubrió antes de llegar al primer cuarto. Para desordenar estaba Nico Williams pero quien logró el mejor centro fue Azpilicuet­a. Buena rosca y movimiento de salida de Morata para acabar imponiendo el cabezazo sin caer en fuera de juego. El 1-0 rebajó la agresivida­d del once de Lucho y del fútbol con presión alta se pasó al control del numerador. Japón no arriesgaba posiciones traseras pero los errores en el inicio de juego de España fueron anotados por Hajime Moriyasu.

El primer tiempo se fue sin vida en las áreas porque Maeda luchó muy en solitario y porque el combinado de Lucho se olvidó de Gonda. El segundo acto fue otro; el que quiso Japón con sus dos cambios -el delantero Doan yel mediocampi­sta Mitoma- y mucha más presión en campo español. Marcar el empate tan pronto, en el 48’ gracias a Doan que Unai Simón no despejó, dejó a España fría y a los japoneses, convencido­s.

Lo confirmó Tanaka despúes del empate remachando una salvada en línea de fondo de Mitoma. Como ante Alemania, el 1-2 puso en estado de euforia a Japón. Y entonces, a jugar a la contra. España se enteró que Costa Rica había dado la vuelta a los de Flick. Luis Enrique debía reaccionar y con los cambios mandó de nuevo al otro once al ataque. Flotaba la angustia sobre el césped y ni con Ferran, Asensio, Alba, Fati ni Dani Olmo el resultado cambió. Toca reflexión psicológic­a y táctica. Gracias, Alemania ●

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