Lucho caerá con las botas puestas

“No vamos a renunciar a nuestro estilo”, por mucho que os empeñéis, añadiría yo. Luis Enrique va a morir con las botas puestas, fiel a su estilo, inculcado a fuego a su guardia pretoriana.

Será hoy ante Marruecos, o en la final, da igual. Nada ni nadie le harán cambiar. Unai Simón y su defensa jugona seguirán provocando infartos hasta que les echen.

Lucho me cae bien, lo reconozco, y no porque haya sido franco como ‘streamer’ desvelando que de no haber sido asturiano le hubiera gustado ser vasco, ahora que casi todos somos filoterroristas, sino porque me gusta su carácter.

Luis Enrique no es de los que se arruga al menor contratiempo, y ante el mayor, tampoco. Es valiente, bravo como un toro. Cuanto más le pican, más va al trapo. Como jugador, ya era así. No se arrugaba por nada. Poco le importó abandonar a los merengues para triunfar en Barcelona. “Que se rasquen”, debió pensar. Y en la capital, aún escocidos, muchos no se lo perdonan, por mucho que haya llovido.

Como internacional, y siendo uno de los gladiadores de Clemente -uno de sus maestros- ya demostró la nitroglicerina que corre por sus venas. Nadie olvida su rostro ensangrentado persiguiendo al árbitro y a Tassotti ,su impune agresor, en los cuartos de final del Mundial USA 94.

El asturiano -aún no se ha nacionalizado vasco- es un tío con nervio, capaz de lidiar con 50 años con un ironman o sobrevivir a la muerte de una hija, aún una niña. Como para que le achanten cuatro periodistas. Algunos, en lo más íntimo, con tal de vengarse, hasta desean que España caiga eliminada. Todo con tal de que el nuevo “Fadrique” no triunfe.

Por querer, hasta rezan para que nuestro Unai cometa una anchoa en uno de sus controles con el pie y encaje un gol sonrojante y demuestre que el seleccionador, como ellos pronosticaban, estaba equivocado. Ni aún así Lucho dará su brazo a torcer. Lo sé. Morirá con las botas puestas y, probablemente, morirá matando, en medio del escenario, bajo los focos, nunca contra el tablado ●

FOTO: AP Resignado Luis Enrique saluda a la afición tras un partido de España