Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Volver a empezar
Por una parte, el deseo de que esto acabe ya. por otra, la expectación por ver si de una vez estamos a la altura y amarramos la séptima plaza en un buen sprint final tras la terrible decepción de las últimas tres jornadas.
Pasan las temporadas y volvemos a ese particular día de la marmota en que se convierte la Liga por estas fechas la situación del Athletic. La llegada de la primavera y la inmediatez del momento de la suerte suprema suelen ser el instante en que llega el bajón, ya sea cuando de amarrar el billete europeo se trata o si es el momento de certificar un título en la final de turno.
En las jornadas previas a la final del torneo del KO es cuando nos hemos desinflado, al punto de que equipos con escaso o nulo pedigrí a la hora de viajar por Europa nos han dado alcance y están incluso en condiciones de dejarnos sin el caramelo de una séptima plaza que parecía amarrada.
Un equipo que este año no puede aludir al despiste que provoca tener en el horizonte una final para justificar el fallo en el momento de la verdad en
Liga vuelve, exigido, a este bloque de cinco partidos donde no sirve dejarse ir y aludir al perenne “tenemos lo que tenemos”. Es inconcebible que este equipo no tenga para sacar ni uno solo de los puntos en litigio contra el Girona, por ejemplo. O solo dos contra el Mallorca. Vale ya de autocomplacencia y conformismo.
Equipos con los deberes más que hechos nos están demostrando una ambición y un saber competir hasta el final del que parecen adolecer los nuestros. ¿Qué Athletic veremos en Villarreal?
respeto
Sirva o no, seguiremos dando la matraca. En medio de una política informativa más propia de un régimen oscurantista, los socios y aficionados estamos demostrando una paciencia suprema. Parece una cuestión de respeto. Sí, de respeto.
Quienes se mostraban encantados de explicar sus propuestas en encuentros durante el período electoral han creado un muro inaccesible a su alrededor una vez llegados al Palacio de Ibaigane.
Nadie desvela este futuro proceder cuando pretende votos, pues sabe que es el camino más equivocado para conseguirlos. Estamos tolerando ser ninguneados en el día a día. Nada de cuanto acontece en nuestro club parece merecer sus explicaciones a través de las preguntas de los medios locales. Desde que ganaron las elecciones, cuestiones a explicar por docenas. Dejar que el tiempo las haga caer en el olvido parece un error de estrategia considerable.
El Athletic no es una sociedad anónima. Es propiedad de los socios. Y no basta con rendir cuentas en la Asamblea General de octubre y olvidarse de quienes los han llevado a gestionar la entidad vía urnas hasta el año siguiente.
La política de comunicación es lamentable. El trato al socio en este apartado, también. Y el adormecimiento y paciencia que se está teniendo por parte de la masa social es para reflexionar.
Seguir así, erre que erre, durante los tres años de mandato que quedan se antoja temerario, sobre todo si se tiene aspiración de volver a plantarse en una campaña electoral con el estomagante término de transparencia en la boca. ¿Tan difícil es rectificar y cambiar lo que se hace mal?
Si nada se tuerce, aquí en siete días