Otro borrón imperdonable
El nivel de frustración que puede llegar a provocar la Real es infinito. Se apodera, hasta parecer que está atada con grilletes a ella, de la frase de que por mucho que creas haberlo visto todo, siempre existe un episodio más para desear tirarlo todo por la borda. El conjunto txuri urdin escribió el enésimo episodio imperdonable en una Copa en la que es imposible ilusionarse porque ellos no demuestran tener esa ambición, esa ilusión por escribir gestas como la que, sin ir más lejos, protagonizó el Eibar. Mucho tiene que ver en la eliminación el hecho de que Eusebio utilizara a una serie de futbolistas, no habituales, cuyo paso por la Real está amortizado y otros, más usados, que hace tiempo evidenciaron no ser para tanto. Los nombres se los ponen ellos mismos ya que salvo Oier, Iñigo, Yuri, Illarra yun Jonathas que, aunque con muy poco acierto, lo intento de todas las maneras, el resto ofreció un nivel insuficiente. La Real no tiene tanta plantilla. Demasiada desventaja para remontar un resultado adverso. Los jugadores quedan retratados pero Eusebio no alineó el equipo potente que prometió en la víspera. No, al menos, uno que fuera capaz de quitarle el balón a un rival muy superior técnicamente, con una presión sin hambre ni organización, ni para hacerle daño con un fútbol combinativo inocuo. La Real regaló toda la primera parte con una actitud contemplativa para robar y sin fútbol para dañar y ni siquiera contar con toda la segunda parte para forzar la prórroga le sirvió porque le faltó fútbol y fuelle al final. La Copa vuelve a manchar la imagen de la Real y señala a muchos jugadores pero también daña a un técnico que ayer dilapidó el buen clima que había logrado en sus cuatro primeros partidos de Liga