De la granja a las pistas del Mundial
Binder llegó a los 12 años a Europa para vivir su sueño de competir con Rossi
Brad Binder ha vuelto a colocar el nombre de Sudáfrica en el mapamundi del motor, otra historia ligada al esfuerzo familiar por dotar a sus hijos de todos los medios para cumplir su sueño. No hubo que vender propiedades en Australia como los Stoner, la familia Binder es de posibles gracias a la compañía que posee Trevor Binder, pero a la madre Sharon le tocó llevar a su hijo de 12 años a Europa para cumplir el sueño de compartir carreras con Rossi.
Trevor Binder siempre fue un aficionado a los deportes del motor, pero nunca se dedicó profesionalmente y trasladó su pasión a sus chicos Brad y Darryn, los dos en el Mundial de Moto3.
El mayor se inició en el deporte del motor subido a un kart pero descubrió que las motos eran más divertidas y ya no se bajó de ellas. Ganó tres años consecutivos el campeonato junior regional en Sudáfrica, antes de dar el preceptivo salto a Europa.
En su año de debut en Moto3 acabó 21º en la general, con 24 puntos. Un año más tarde, en 2013, Binder terminó el Mundial el 13º. En 2014 consiguió sus dos primeros podios para terminar 11º en la general del Mundial.
Pero el salto de calidad lo dio de la mano del gurú Aki Ajo, quien le ofreció un puesto en su equipo para 2015.
Este 2016 llegó su turno. Brad ha demostrado estar sobradamente
El salto de calidad lo dio de la mano del gurú Aki Ajo, que lo acogió en 2015
preparado para asumir los galones. Tras tres podios consecutivos rubricó su primer triunfo en Jerez con una victoria sin precedentes, partiendo desde la 35ª posición, una exhibición que no ha pasado desapercibida en la joven parrilla. Y desde entonces su rueda ha sido la más vigilada, pero ha sido tal su superioridad que apenas se ha inmutado