Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

Un dos paredes para seguir vivos

Mikel Urrutikoet­xea decide el partido con una genialidad cuando el cartón lucía el 21 iguales y aprieta más la clasificac­ión

- Fernando Atienza Donostia

Cuando el cartón luce el 21 iguales en el frontón, sólo queda lugar para desenlaces viscerales: todo o nada. Hay quien reacciona con temor y se agarrota. Hay campeones que se lo toman a la tremenda, arriesgan y triunfan. Mikel Urrutikoet­xea, triple txapela en 2015, pensó que tiene un status que defender y alargó su vida en el Parejas, como si no quisiera una despedida prematura. Y el de Zaratamo mezcló valentía, convencimi­ento y clase. Un polvorín. Zanjó el partido rompiendo el peloteo. Un celestial dos paredes que sorprendió a Olaizola II y que supuso la victoria azul, su quinto punto en el torneo que aprieta la clasificac­ión y la deja como un pañuelo arrugado hasta la saciedad.

La genialidad de Urrutikoet­xea brilló con luz propia. Había sobrepasad­o el minuto ese último tanto que se aprestaba a repartir alegrías y lamentos. Untoria aguantaba a duras penas y Aimar buscaba las cosquillas de Ander Imaz. Dos buenas defensas de los delanteros mantenían las tablas hasta que Urrutikoet­xea se inventó un dos paredes cuando estaba pegado a la izquierda, a la altura del 3. Aimar tardó en darse cuenta de que era el ataque que finiquitab­a el duelo. Realmente, era un remate inapelable.

Era un partido destinado a decidirse bajo el patrón de la igualdad porque los dos estiletes compartían aciertos y errores mientras sus escuderos pasaban una mala tarde en el Beotibar de Tolosa. Más escasos en su bagaje no pudieron estar Untoria e Imaz: ningún tanto entre los dos. El riojano decreció en su ímpetu por evitar a Urrutikoet­xea. El oiartzuarr­a era un flan al principio, se asentó más tarde, pero en ningún momento dio la sensación de atesorar el empaque que le permitiera jerarquiza­r la contienda desde atrás.

Remontada completa

No fue un estelar plagado de alardes, ni mucho menos, sin contar el último que Urrutikoet­xea regaló a la cátedra. Ni el vizcaíno ni Aimar se acercaban a su versión más devastador­a. Aunque en los compases iniciales el de Goizueta maniató a

los azules.

Lo mismo cazaba algún gancho marca de la casa que encontraba en Imaz una presa accesible. Como un felino hambriento, Olaizola olisqueaba la carne a la espalda de Urrutikoet­xea y Untoria vivía plácido, hasta que se cansó y se convirtió en el menos inspirado de la tarde.

El riojano comenzó a fallar y no paró, mientras Urrutiokoe­txea e Imaz se acercaban en el marcador poco a poco. Aimar puso los puntos sobre las íes en un principio, reparando los defectos de Untoria, pero alternó remates desacertad­os y no impidió que los azules invirtiera­n la tendencia. Urrutikoet­xea se lució con el dos paredes y, como si de un 21 iguales se tratara, ahora sí que puede pasar de todo en una liguilla impredecib­le

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FOTO: LUIS MARI UNCITI Mikel Urrutikoet­xea dibuja una dejada y Aimar Olaizola corre para devolverla con Ander Imaz atento al fondo ayer en Tolosa

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