Un virus sin sentido

Pocas horas después de que el bueno de Jon Bautista corriera al margen de sus compañeros con un apósito en su rodilla a causa de la brecha que le devolvió de forma precipitada lesionado de la concentración con la selección española Sub-21, llegaba una noticia que mantendrá en vilo a la afición realista hasta que la resonancia dicte sentencia esta mañana: Asier Illarramendi puede sumarse a la lista de bajas de Eusebio Sacristán después de que se lesionara en el entrenamiento con España en Saint Denis. Que el fútbol de selecciones abusa del principal patrimonio de los clubs, los futbolistas, a cambio de una irrisoria cantidad económica, es una realidad tristemente aceptada, pero en casos como los de esta última semana se vuelve del todo irritante. Pase que un jugador se lesione preparando un encuentro de clasificación para un Mundial o una Eurocopa, por mucho que sea ante Liechtenstein, pero que lo haga por preparar un amistoso cuyo único cometido es el de recaudar para las federaciones es un sinsentido. Eusebio Sacristán puede perder a su piedra angular justo cuando entra un mes de abril cargado con siete partidos en 30 días porque estaba de gira para jugar un bolo con un equipo que no es el que le paga. Así es la dictadura de la FIFA. Resultaría inaceptable en cualquier otro ámbito laboral. Pero en el fútbol esta es una batalla perdida. Sólo queda pensar en cómo afrontar el partido ante el Leganés sin Illarra si se confirma que tiene una rotura de fibras. Tampoco estará Granero tras el piscinazo de Gasteiz, con lo que Eusebio tendrá que explorar su plantilla. Igual de esta se acuerda de que tiene en su equipo un futbolista que puede jugar, y bien, en el sitio de Asier Illarramendi: se llama Jon Gaztañaga