Triste adiós a la temporada
La jornada de clausura es suspendida tras disputarse una carrera, en decisión más que discutible
De todos es sabido que habitamos una cornisa, la cantábrica, donde las lluvias son habituales. A la par que ello, en un punto de dicha cornisa llevan celebrándose carreras durante más de 100 años. Pruebas que cuentan con un historial legendario a pesar de las difíciles condiciones climatológicas que a menudo las han acompañado. Un nostálgico recuerdo de hace no muchos años nos lleva directamente a la añorada temporada de invierno, donde en ocasiones veíamos carreras en medio de auténticos diluvios.
Aparentemente nada similar concurría ayer en la pista de la Ribera del Oria. Una hora antes del inicio de la jornada, el responsable del mantenimiento de la pista donostiarra y un alto cargo del actual regulador de las carreras, el Jockey Club Español, recorrían a pie la pista del hipódromo donostiarra. Observaban la existencia de algunos agujeros en la parte interior de la pista, pero el diagnóstico resultaba favorable a la normal celebración de la jornada y se daba luz verde a la competición. Hostilidades nada agradables se desataban en balanzas mientras las participantes en la 2ª carrera programada, la gran milla para las yeguas, efectuaban el paseíllo previo a la prueba en el paddock. Los comisarios donostiarras de carreras decidían la suspensión de las carreras restantes de la mañana. Aducían, tras escuchar a todas las partes implicadas, que el estado impracticable de la pista suponía un claro riesgo para la integridad de los participantes. Se iniciaban las protestas en el recinto de balanzas. La práctica totalidad de los preparadores estabulados todo el año en Donostia defendían la celebración de las carreras, en consonancia con la opinión de la mayoría de los jockeys presentes en la jornada. El alto cargo del Jockey Club que antes de la jornada había pisado la pista junto al responsable de mantenimiento y había dado luz verde a las carreras, instaba a los comisarios donostiarras a suspender la jornada.
La polémica estaba servida. Los rectores de Hipodromoa veían cómo la jornada de clausura se suspendía repentinamente y tenían que acometer la devolución del importe de las entradas y encarar un evidente daño de imagen, entre otros ante la casa de apuestas francesas PMU que ofrecía en directo la emisión de la jornada a toda Europa. La temporada de verano donostiarra se abocaba a un final no deseado por nadie.
Finalmente se optaba por la solución más drástica, ante la disconformidad de la mayoría de los profesionales y del propio encargado del mantenimiento de la pista donostiarra. El gerente de Hipodromoa tampoco lograba disimular su gran disgusto, acorde con el de la mayoría de los presentes. La inexistencia de un protocolo férreo en cuanto a decisiones de este calibre llega algún día a producir hechos como los de ayer. Una decisión de tanto peso y con tanto perjuicio para los implicados a todos los niveles, debe ser tomada y ejecutada de una forma transparente y consensuada entre los distintos agentes hípicos. Resulta evidente que lo primero es la seguridad e integridad de los participantes, pero también lo es que la decisión de ayer se tomó en contra de la opinión mayoritaria de los profesionales y propietarios presentes.
En la única carrera disputada, el Memorial Nagore Otaño, se vivía la victoria del renacido en pista pesada ‘Curillines’. La carrera finalizaba con normalidad aparente. Previamente se había disputado una carrera de exhibición de caballos españoles de raza árabe, desafortunadamente enmarcada antes del inicio de la jornada oficial. Lo primero son las pruebas oficiales y la pista no debe utilizarse en el mismo día antes de una jornada de carreras