Utilizarle al máximo
Asistimos, con un importante punto de nostalgia, al epílogo de Carlos Vela con la Real. Dentro de unos meses su paso por Donostia será historia y nos habrá dejado uno de los mejores futbolistas que se ha puesto la elástica txuri urdin en su historia reciente, con hueco propio, por supuesto, entre los diez mejores extranjeros en la historia del club. Los números que acompañan a estas letras son lo suficientemente ilustrativos, pero por encima de todo está la sensación de desequilibrio que ha logrado transmitir el mexicano en los 238 partidos -hasta la fecha- que ha jugado desde 2011 como blanquiazul. No conviene olvidar, claro, que Vela también ha tenido sus episodios oscuros en la Real, en especial a finales de la temporada 14-15, pero creo que, a ojos de la gran mayoría de los aficionados txuri urdin, sobresalen con mucha diferencia los claros sobre los grises en el paso del mexicano por Gipuzkoa. Es por ello que extraña el rol secundario que le ha reservado Eusebio para este inicio de temporada, salvo que exista alguna razón física que no ha sido explicada. Un futbolista esencial durante 6 años, que ha sido titular en 200 de los 238 partidos que ha jugado hasta la fecha, ha pasado a ejercer de revulsivo, si bien los resultados evidencian que, a excepción de ante el Madrid, el equipo no le ha echado de menos. La razón por la que ha salido del ‘once’ nunca puede ser su marcha en enero. Mientras que sea profesional de la Real hay que utilizarle al máximo. Prescindir de él deliberadamente sería un lujo, una especie de arrogancia que este club no se debería permitir. Hay jugadores en una situación similar, como Canales -queda libre en junio-, que, sin justificarlo sobre el césped, han jugado dos partidos como titular, trato que debería de recibir Vela hasta el final