Zona de turbulencias
Sigo contemplando el futuro con un moderado optimismo porque los valores que se le adivinan a este grupo no pueden verse socavados por una pequeña crisis de resultados
Después de seis jornadas el balance de la Real no puede ser más equilibrado: tres victorias y tres derrotas. Curiosa también la sucesión de resultados: tres victorias consecutivas para comenzar y tres derrotas para continuar. ¿Valoración? ¡Ni idea! Si nos atenemos a lo más próximo, la situación podría calificarse de levemente preocupante, puesto que el equipo viene de encadenar tres derrotas, y eso siempre es sinónimo de problemas. Si optamos por equilibrar las ‘maravillas’ de los tres primeros juegos con las ‘pifias’ de los tres últimos, podríamos decantarnos por una posición de expectativa, a la espera del rumbo que tomen los acontecimientos.
Si me piden que me moje, aún admitiendo que los últimos resultados me han desconcertado un tanto por inesperados, me alinearía en las filas de quienes siguen contemplando el futuro con un moderado optimismo, por cuanto no me dejé deslumbrar por el oropel de los primeros triunfos, y no voy a permitir ahora que los últimos traspiés desbaraten mi percepción de la realidad.
Quiero decir que las derrotas frente al Madrid, Levante y Valencia no han sometido mis ilusiones preliminares, y sigo apostando por el equipo de Eusebio, creyendo firmemente en sus posibilidades de hacer algo importante en este curso. Los valores que se le adivinan a este grupo no pueden verse socavados por una pequeña crisis de resultados –no tanto de juego-. Porque debo añadir que, salvo el día del Madrid, en las otras dos derrotas, la Real ha competido, con sus aciertos y sus errores, y nunca estuvo lejos de alcanzar los puntos. Es por ello que a la hora de analizar lo acontecido, concluyo que la Real ganó tres partidos, compitió pero perdió dos, y cayó en el sexto por incomparecencia. Visto así, no pinta tan mal como los agoreros más alarmistas han creído advertir.
En un análisis profundo de cada partido, detectaremos la intervención de elementos tales como la actuación del colegiado, la multiplicación de los compromisos con la consiguiente carga de trabajo y lo acertado o desacertado de las medidas correctoras para evitar las secuelas lógicas, las ausencias por lesión de hombres con ascendencia en esta plantilla... Pero todos ellos forman parte del desarrollo de cualquier temporada y dependerá de la buena o mala gestión de los mismos, el éxito o fracaso de una campaña.
Este es un año para que el entrenador demuestre su capacidad de diligenciar todas estas contingencias. Esto no ha hecho sino comenzar; hemos entrado en una zona de pequeñas turbulencias; abróchense los cinturones y ¡feliz viaje!