OTRO CANAL PARA SONAR
Un golazo por la escuadra de Canales desde fuera del área da la victoria a la Real en Lleida y encauza su clasificación Los txuri urdin, dominadores sin profundidad al inicio, sufren demasiado tras el descanso en el feliz debut de Toño
Transcurría la tarde entre bostezos, entre los ‘¿por qué no me habré quedado en casa?’ de los presentes y los ‘¡me parece que voy a poner el Pasapalabra!’ de los que lo estaban presenciando por la tele. Hasta que Canales levantó del asiento y del sofá a todos. Un gol que vale el precio de una localidad, que justifica haber elegido el partido de la Real y no ‘España Directo’ o ‘Boom’ y que encauza definitivamente una eliminatoria demasiado desigual con partido de ida en casa del débil y de vuelta en Anoeta. Un gol que hace pensar que la Copa también existe y es una vía más o menos sencilla para soñar, más o menos factible para ilusionarse con arrimarse a ese título del que hablan sin tapujos Loren y Aperribay.
Es verdad que la Real sufrió en demasía en la segunda parte, que no anduvo fina a la hora de sentenciar cuando pudo y que hubo momentos de cierta indolencia, de trasladar la mente al Coliseum de Getafe, donde juega el domingo. Pero sólo con echar un vistazo a los resultados de algunos colegas de categoría en campos similares se puede colegir que el de ayer es un buen resultado. Y con un repaso, aunque sea muy somero, de la historia reciente de los txuri urdin en esta competición, ya se puede considerar el 0-1 de ayer ante un Segunda B como el Lleida oro puro.
Fue un partido más bien incómodo de ver, pero saldado con victoria. Y algo similar a una catástrofe se tiene que dar en la vuelta del 29 de noviembre en Anoeta para que la Real no pase a la siguiente ronda, los octavos, donde ya le puede tocar un Mihura de Primera.
Un ‘once’ de garantías
En un curso con otras dos competiciones en vigor, Eusebio sigue queriendo conceder importancia a la Copa del Rey, a diferencia de muchos de sus antecesores. Diseñó un ‘once’ muy potente y eso que introdujo ocho cambios con respecto al último encuentro de Liga y a pesar de quedarse Illarra en Donostia por una gastroenteritis y dar descanso el entrenador a futbolistas que han sido importantes y casi intocables en las últimas semanas como Willian José, Odriozola, Kevin y Zubeldia. La gran novedad en el ‘once’ fue la presencia del portero Toño Ramírez, que disputó su primer encuentro oficial en ocho años con la elástica realista, el primero desde su retorno hace año y medio, y a buen nivel. A partir del riojano, el técnico dispuso el eje de la zaga del pasado curso, Navas e Iñigo, un centro del campo talentoso y ofensivo formado por Pardo, Prieto y Canales y una delantera que podría ser liguera, con Oyarzabal, la estrella del momento, Juanmi y Januzaj, el mago del pasado lunes. Un ‘once’ de quilates para evitar sorpresas.
Y con la autoridad del que se sabe superior comenzó a tocar a la Real hasta desgastar el cuero del balón Adidas de tanto sobarlo, aunque de forma horizontal, previsible, sin alterar demasiado a un Lleida cómodamente cerrado, al que no le alcanzaba para crear peligro.
La Real comenzó a asomar por el área ilerdense merced a las ca-
Se quedan pilares en Donostia, pero el ‘once’ era para ganar y con mucha solvencia
rreras de Canales a la espalda del lateral derecho. En ese carril había atasco realista con el cántabro, Januzaj y De la Bella, pero la música la empezó a subir Gorosabel por la derecha, primero con un recorte y un centro que no halló rematador y luego con otro envío pasado que Januzaj remató de volea cerca del poste. La sintonía del encuentro era clara, pero le faltaba el golpe de genialidad, el punteo extasiante. Y se encargó Canales de ello con un misil desde 30 metros que limpió las telarañas de esa portería del Camp d’Esports del Lleida acumuladas desde su ascenso de 1993. No le hizo falta efecto o rosca alguna al cuero para superar al arquero. Le bastaron la precisión y la potencia. Todo comenzó en un robo de Oyarzabal.
El tanto trajo la penitencia de la ralentización del juego y confirmó a los guipuzcoanos en su tiki-taka un tanto anodino.
Hay un segundo portero
Apretó y de qué manera el Lleida tras el intermedio, como entonando aquello de ‘de perdidos, al río’. Comenzó a presionar arriba y a creerse eso de poder competir con un Primera europeo, al que no había propinado ni una mala patada en la primera parte.
Su presión corajuda y adelantada le llevó a asfixiar a la Real en su parcela. El campo, que distaba de ser un infierno, se vino arriba y las ocasiones se sucedieron, emergiendo en esa situación la figura del soldado desconocido, Toño Ramírez. El logroñés, que había sabido gestionar con tino y serenidad la salida de balón, estando presionado, despejó un centro de puños de Pumar desde la izquierda y sacó una sobresaliente mano abajo para evitar el gol de Valiente, que había chutado de volea desde la frontal del área. El arquero tuvo la colaboración de De la Bella, que despejó una parábola de Musa a la espalda de la defensa, en la siguiente jugada. Sí, hay vida después de Rulli. La Real tiene otro portero al que recurrir.
Ya un tanto mejor plantados y con muchos más espacios, los donostiarras pudieron sentenciar con varios acercamientos en los que no anduvieron del todo sembrados. Juanmi, completamente solo tras un magistral centro de Prieto, se topó con el cuerpo de Oliveros en su tijera. Canales, el mejor realista de largo, casi encuentra de nuevo la escuadra en un libre directo y de nuevo Juanmi, ya en el descuento, chutó a l lateral de la red.
Los apuros del último suspiro son marca de la casa, pero no hubo drama. Hay otro canal para soñar con el gol de Sergio Canales, la Copa del Rey
Toño, el soldado desconocido, evita el empate con una buena parada abajo