Cómodo estreno

Si algún club puede hablar de los estragos que la Copa le puede causar es la Real, pero lo cierto es que este torneo, en este formato, y más si siendo equipo europeo se goza del privilegio de jugar ante un Segunda B, ya no esconde las encerronas que la Real padeció otrora en las que, en cualquier caso, cayó ridiculizada por sus propios errores. El conjunto txuri urdin tuvo un cómodo estreno en la Copa del Rey porque la diferencia de calidad es abismal entre ambos equipos y porque, teniendo un partido de vuelta en casa del equipo de superior categoría, se seca de raíz la sed de gesta de los conjuntos modestos. El Lleida no opuso el ardor guerrero que cabía esperar en una primera parte en la que jugó con un excesivo respeto, lo que permitió a los de Eusebio jugar con una comodidad total, a la espera de que apareciera una oportunidad con la que encarrilar la eliminatoria. Ésta apareció en forma de sensacional golpeo de Sergio Canales y,a partir de ahí, poco más sucedió. El Lleida casi nunca pareció creer en sus opciones y eligió una propuesta que favoreció la de la Real. El partido fue amable para los visitantes, que lo agradecieron sobremanera ya que enfilaron hacia octavos de final sin tener que ensuciarse en exceso las manos. Ni siquiera ofreció el partido margen para evaluar a los menos habituales. Quizás Toño, con un par de manos, fue el que mejor aprovechó la ocasión, aunque dudó en alguna salida, ya que a Pardo se le vio muy poco y el resto de los menos habituales se tomaron el partido a título de inventario. Seguro que el que no lo olvidará nunca será Ander Guevara, el tercer jugador de la generación del 97 que debuta en el primer equipo, algo que, afortunadamente, sigue sin cambiar en Real. Y que no lo haga nunca