El título ya está más cerca
La Real encarrila por segundo año consecutivo el estreno copero a la primera, olvidando los fiascos del pasado
Fueron tantas las afrentas, que conviene no dejar caer en saco roto faenas de aliño como la de ayer en Lleida. A no demasiados kilómetros del Camp d’Esports, en Hospitalet, en 2001, por ejemplo, en un césped de hierba artificial, la Real era eliminada a la primera por un Segunda B un día después de que Toshack, en el entrenamiento, hubiera dicho que eran 11 contra 11 y un balón, quitando hierro a la superficie en la que se jugaba el partido.
Eran otra circunstancias, cruces a partido único en el campo del equipo de inferior categoría, con bastante más épica que en el actual formato. Pero la Real también cayó haciendo el ridículo a doble partido, ante Numancia u Osasuna, en los 90. Eran años de ‘Zamoras’, ‘Beasaines’, ‘Hospitaletes’ o ‘Mirandeses’, años en las que los bochornos se sucedían sin solución de continuidad, justo después de que la Real jugara la final del 88, de la que en marzo se cumplirán 30 años.
Por todo ello conviene poner en valor la forma en la que Eusebio ha decidido afrontar la Copa. Tras sufrir, al poco de llegar en 2015, los mismos males que varios de sus antecesores y caer eliminado ante Las Palmas con los suplentes, ayer encarriló por segundo año consecutivo su estreno en la competición
por la vía rápida, a las primeras de cambio. Con un ‘once’ solvente. Si, como dijo acertadamente la víspera, para un club de la dimensión de la Real hay que tomarse este torneo como la oportunidad para aspirar a un título, hay que demostrarlo con hechos.
El partido demostró tener poca historia desde el inicio y se trataba, fundamentalmente, de no emborronarlo con un error grosero. La Real no se significó en ningún apartado. Ni padeció en su propio sector, ni desarboló al Lleida con un fútbol determinado y eléctrico. El empaque del que dotó Eusebio al ‘once’ -había no menos de media docena de jugadores que podrían ser titulares en cualquier partido (Navas, Iñigo, Prieto, Juanmi, Canales, Oyarzabal o Januzaj)- trasladó al equipo local el mensaje que pretendía el entrenador de la Real e, inconscientemente, la eliminatoria fue siempre txuri urdin.
Sólo fue un gol, un golazo eso sí. No hizo la Real méritos para muchos más, salvo en el arreón final, pero lo cierto es que casi era de lo menos. A punto de iniciar una semana decisiva en la que puede dejar finiquitado su pase para Europa (Vardar) y afronta dos partidos de Liga exigentes (Getafe y Eibar), el compromiso de ayer en el Camp d’Esports no le venía bien a casi nadie. Si los aficionados fueran honestos, admitirían que ni siquiera a ellos les hacía tilín.
Hubo un tiempo que este tipo de citas se saldaban con siniestro total. Solventarlas, ahora, con una higiene digna del mejor cirujano, y a otra cosa, merece ser saludado como procede. Si hay que pensar que esta competición ofrece la posibilidad de aspirar a un título, el de esta temporada ya está un poco más cerca