Los ‘heptatletas’ Pardo y Juanmi
El de Rincón de Soto y el de Coín fueron los mejores en el circuito de siete pruebas diseñado por el cuerpo téncico en la sesión matutina de ayer
La Real llevó a cabo ayer el último entrenamiento de la semana. Uno especial, diferente a lo que se suele ver en Zubieta. Por delante, casi tres días de fiesta en los que los jugadores y el cuerpo técnico tratarán de descansar y recargar pilas para afrontar un tramo final de año muy exigente en el que al equipo blanquiazul le esperan nueve partidos (seis de Liga, dos de Europa League y uno de Copa).
Fue una sesión pasada por agua en la que participaron 15 integrantes de la primera plantilla, 13 jugadores de campo (De la Bella, Aritz, Llorente, Navas, Iñigo, Carlos Martínez, Pardo, Zurutuza, Canales, Prieto, Bautista, Willian José y Juanmi) y dos porteros (Rulli y Toño). Guridi comenzó la práctica al margen de sus compañeros, trabajando junto a Karla Larburu para después incorporarse al grupo y participar en el ejercicio de habilidad diseñado por el cuerpo técnico.
Los futbolistas tuvieron que echar mano de su calidad técnica y de un poquito de suerte también, para ir pasando pruebas y convertirse en los mejores heptatletas de la mañana. De la Bella y Toño se autoproclamaron ganadores, aunque algunos de sus compañeros no dudaron en poner en duda esa superioridad. Uno de los más críticos fue Zurutuza. También Sergio Canales. Los mejores, finalmente, fueron Pardo y Juanmi. El tercer puesto en el podio lo compartieron, para más inri, De la Bella, Toño y Zurutuza.
Fue una especie de heptatlón. Siete ejercicios en los que los realistas tenían que mostrar su habilidad con el balón en los pies. En el primero había que meter la pelota en unas cubetas desde una distancia considerable. Luego había que chutar un balón, que rebotara en uno de los muros y que acabara introduciéndose en una portería pequeña. No podían faltar los goles olímpicos, desde la derecha y desde la izquierda. El más difícil consistía en introducir, tras un golpeo, el balón por un hueco casi minúsculo existente entre dos porterías colocadas frente a frente. Superado ese obstáculo, era necesario volver a realizar otro perfecto lanzamiento para poner el balón dentro de un aro colgado en la red. El circuito terminaba en el área grande de una de las porterías. El balón tenía que golpear el larguero.
La competencia fue máxima. Nadie se quería quedar rezagado. Algunos, como Aritz Elustondo, tuvieron problemas para completar una vuelta. De hecho lo consiguió casi sobre la bocina. Al beasaindarra se le atragantaron los goles olímpicos. “¿Cuántos palos llevo ya?”, se preguntaba el defensa, desesperado porque la pelotita no entraba. Tampoco Diego Llorente estuvo muy certero. A Iñigo, por ejemplo, se le atragantó el ejercicio de meter el balón en la cubeta. El de Ondarroa protagonizó alguno de los momentos más divertidos de la mañana por sus continuos lamentos. “No juego más”, llegó a afirmar ante la risas de los pocos aficionados que se acercaron a Zubieta y del propio Mikel Labaka, que vigilaba que nadie hiciera trampas.
20 minutos después los jugadores se retiraron a vestuarios para seguir trabajando en el interior