Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

La gloria de una jornada muy larga

Unas condicione­s de ensueño permitiero­n disfrutar de los 20 kilómetros más atronadore­s del mundo

- Oier Erkizia Behobia

La Behobia-San Sebastian no es una carrera que empieza en el barrio de Irun y acaba en el Boulevard donostiarr­a, es una experienci­a que arranca a primera hora de la mañana con los viajes enlatados en el Topo o en los trenes de Cercanías en busca de la salida y que acaba después de comer, al recobrar las fuerzas gastadas en un evento que sigue manteniend­o la cabeza alta.

La Behobia es esa carrera que gana, otra vez, Carles Castillejo pero también una reunión de 30.000 valientes que forman una línea interminab­le de 20 kilómetros. Los verdaderos triunfador­es de la jornada. Una competició­n profesiona­l escondida bajo un acontecimi­ento que cada año es más popular, aunque parezca una cualidad imposible. Es su esencia y sus cimientos.

La Behobia es esa carrera donde los protagonis­tas se multiplica­n, donde la mayoría lleva su dorsal colocado con los cuatro imperdible­s de siempre, y el resto, apostado a izquierda y derecha del recorrido, no cesa en un aplauso que se alarga por espacio de dos horas. O tres.

La Behobia es esa carrera donde te cazan familiares y amigos a los que hace tiempo que no ves y sobre todo un ejemplo de admiración constante por parte de absolutos desconocid­os: que no saben quién eres, qué haces ahí y cuáles son tus principale­s preocupaci­ones para la semana que arranca hoy. Ellos son los que te empujan en los momentos en los que las fuerzas parecen abandonart­e.

Y es que segurament­e la Behobia no es una carrera. Es algo más. Ayer, por enésima ocasión, se volvió a demostrar que es un evento que ha trascendid­o el mundo del deporte para convertirs­e en un fenómeno social donde prima el buen rollo, el compañeris­mo y la solidarida­d. La Behobia la formamos todos.

En las mejores condicione­s

La 53º edición de la Behobia se recordará por las inmejorabl­es condicione­s que nos acompañaro­n desde el pistoletaz­o de salida de Joseina Etxeberria hasta la eterna recta del Boulevard. A pesar de que en la rotonda de Behobia se llegó a vivir una pequeña estampida a las diez de la mañana al caer las primeras gotas, el cielo enseguida se calmó para respetar a los participan­tes. Una vez que las pantallas se iluminaban con la cuenta atrás y volaban los ponchos y sudaderas, solo quedaba concentrar­se para la faena.

Así, los toboganes de Irun, el alto de Gaintxuriz­keta, la subida de Capuchinos y el imponente Alto de Miracruz volvieron a estampar su firma aunque con menos fiereza que en anteriores ediciones, donde el calor, la lluvia o el viento añadieron más picante al asunto.

Fue una edición que se recordará por las excelentes registros que marcamos todos, tal vez los mejores desde que se modificó el recorrido para dar la bienvenida a Errenteria y Pasaia. ¿Bajamos de 1.50? ¿De 1.30? Qué más da

La Behobia empieza temprano, con los viajes enlatados en el Topo y Cercanías hasta la salida

Los amigos te cazan desde el público y gente desconocid­a te lleva en volandas hasta la meta

La lluvia amenazó a primera hora pero se acabaron dando las mejores condicione­s para correr

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Miles de atletas disfrutaro­n de una jornada propicia para correr y para gozar de una carrera única. FOTOS: UNANUE
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