EL EIBAR ESTÁ EN LA FLOR DE SU VIDA
Los armeros cautivan a su gente con una sensacional goleada que humilla al Sevilla más mediocre Dos goles de Orellana y los de Kike García, Ramis y Arbilla adornan el brillante triunfo de los guipuzcoanos Números llamativos y palabras mayores en Ipurua:
Cuánta razón le ha dado el tiempo a José Luis Mendilibar: “Si apretamos, les pesará”. La premonición, elevada a profecía consumados los acontecimientos, data del día previo a la goleada que infligió ayer el Eibar al Sevilla. Una bofetada al oponente y un gesto conmovedor de este Eibar que cautiva al buen futbolero. El tesón como principio inquebrantable adornado con goles: uno, dos, tres, cuatro y cinco.
Números llamativos y palabras mayores en Ipurua. Uno de los equipos aristócratas de la última década liguera fue ninguneado por un Eibar gigante. Hay ocasiones en que, para solaz de los románticos, el fútbol se frota los ojos. El comportamiento de los armeros fue tan entusiasta como de costumbre: pura energía para menguar las distancias del partido, valentía en la decisión de jugar rápido e inspiración catedrática para marcar. Se caía el Sevilla cada vez que trataba de levantarse, como un equipo enfermo con fiebre en sus botas.
El Eibar aturdió al Sevilla con la rapidez de un relámpago: a los 44 segundos Kike García ya había quebrantado las leyes del cero a cero. Una definición a la escuadra antes de que los futbolistas pudieran detectar los pormenores de la mañana. Nada como un gol madrugador para desperezarse. El punta conquense había controlado un despeje de Arbilla para posteriormente conducir con placidez y definir con suma destreza.
El Sevilla seguía tumbado en su lecho, sin desprenderse de las legañas, un cuarto de hora más tarde, cuando Takashi Inui torpedeó a la defensa andaluza con una acción genial, con el balón cosido a los cordones. El japonés se asoció con un José Ángel obrador de un centro exquisito y Orellana se adjudicó la autoría del 2-0.
El repunte del Sevilla fue un penalti que cometió Dani García en una mano rigurosa. Pablo Sarabia lo ejecutó de modo inapelable: fuerte y junto a la cepa de la madera. La estirada de Dmitrovic fue tan elástica como estéril. A los diez minutos, el Eibar tomó cartas en el asunto, como buen anfitrión de la comida. Y Ramis restauró la renta con un cabezazo a la salida de un córner, en plena soledad, sin que nadie le molestara, con la zaga despistada. 3-1 recién cumplida la
El partido dio la razón a Mendilibar: “Si apretamos, les pesará”, predijo
media hora. Ver para creer.
El Eibar quiere más
Los latidos de la segunda mitad eran más pausados. No entiende sin embargo el Eibar de remansos de paz y prosiguió con su autoridad. Quería más el cuadro de Mendilibar, puro inconformismo. Fabián Orellana castigó un garrafal pase de Lenglet, regateó al portero y marcó. De pronto, el chileno era un lince astuto y no un prestidigitador de la media punta. Será que le ha contagiado el espíritu armero.
Concentrado en empequeñecer al Sevilla, el Eibar no dejó títere con cabeza. El centro del campo hispalense no respiraba y Roque Mesa estaba dormido para la creación porque Dani García y Diop se imponían. Y en los costados, Inui y Orellana hacían trizas a Layún y Escudero, los laterales del Sevilla arrollados en Ipurua.
El Eibar se basó en su abecé para escribir con letras de oro un capítulo magno: goleada a todo un campeón europeo. Y eso que faltó Capa por decisión del entrenador o Enrich porque está lesionado.
Por no hablar de la baja médica de Pedro León. No por consabida es superflua su ausencia. Nadie se acordó asimismo de que Paulo Oli- veira faltaba en el eje de la retaguardia. En Eibar se hace válida la proclamación del ‘uno para todos y todos para uno’.
Sergio Rico no acertó a detener una falta directa de Arbilla en las postrimerías y el delirio ya era im- parable en Ipurua. El Eibar está en la flor de su vida, a un punto de Europa, a rebufo de un Sevilla me- diocre y discutiendo uno de los proverbios del fútbol: encajó cinco goles con un entrenador italiano en su banquillo. Al oeste de Gipuzkoa, en cambio, todo marcha so- bre ruedas
Dani García y Diop se adueñan de la medular, Inui y Orellana arrollan por las bandas