En estado de descomposición
La Real ratificó ante el Getafe que es un equipo en avanzado estado de descomposición. Por segunda semana consecutiva y por sexta vez en lo que va de campeonato desaprovechó la ventaja en el marcador para encajar otra derrota, la decimocuarta. Perder ya no es novedad porque el equipo actúa sin fe en lo que hace, como un espectro, y la inercia le dura lo que tardan los rivales en aprovechar las enormes facilidades defensivas que ofrece el equipo, juegue quien juegue. Ayer, ni con
Zubeldia, Illarramendi y Zurutuza en el eje y Navas junto a Moreno como centrales, lograron coser los caminos hacia
Moyá. Fueron otro coladero. La novedad en el paisaje respecto a otras jornadas fue que el hastío de la poca gente que acudió al estadio (cuarta peor entrada de la temporada), se verbalizó en forma de gritos contra Loren y de ¡Fuera, fuera! Está ahora en manos de los que dentro del club ven en el enemigo externo a esa especie de marciano que denuncia que están echando a la gente del estadio y que resulta intolerable aceptar con las manos cruzadas la temporada infame que está protagonizando la Real, hacer algo o seguir dejando caer al equipo. Es posible, que no seguro matemáticamente, que no exista riesgo de descenso para la Real pero lo que sí parece garantizado es que la caída libre de este equipo todavía no se ha detenido. Nueve partidos son un mundo todavía como para que quien deba hacerlo valore si continúa sin hacer nada o expone al equipo a un riesgo tremendo de que en estos dos meses que quedan para el final se arrastre un poco más por el campeonato. Porque este grupo, con este entrenador, en estos momentos, es un cero a la izquierda, incapaz de competir ante casi ningún adversario