Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

Monumental victoria de Vincenzo Nibali

Atacó en Poggio de San Remo, a 7 kilómetros de meta

- Celes Piedrabuen­a

Muchos analistas debatían en la previa de la Milán-San Remo cómo era posible que Peter Sagan no hubiera logrado una victoria hasta la fecha en el primer ‘monumento’ de la temporada ciclista, y pocos eran los que contaban con la clase de Nibali para la victoria en la 109 edición de la clásica italiana, que se disputaba sobre un recorrido de 291 kilómetros. Por un lado porque él mismo ya había advertido que no se veía como favorito y después porque lo más lógico en esta clásica es que su suerte se decida al sprint, donde la lista de candidatos a la gloria ya era muy amplia. Pero ‘El Tiburón del Estrecho’ desafió todas las leyes del ciclismo y logró una gran victoria a base de fuerza, casta y corazón que será recordada durante tiempo.

De todos era sabido que la carrera se iba a decidir en la subida y en la bajada de Poggio de San Remo, a 7 km del final. Hasta este punto la carrera había estado protagoniz­ada por la lluvia inicial, por la fuga de nueve valientes hasta que el pelotón los devoró a falta de 30 kilómetros y por la dura caída de Mark Cavendish, que se comía una isleta y salía volando. A medida que el pelotón se acercaba a la penúltima cota del día, Cippressa, la tensión aumentaba y más aún lo hizo cuando comenzó Poggio, el lugar reservado a los más valientes si quieren plantarse en solitario

en la meta. Hasta este momento se había visto a un Nibali muy activo, siempre bien colocado en cabeza de carrera. Dejándose ver. Nadie quería entrar retrasado a Poggio, y todos los favoritos estaban en las posiciones de privilegio. El primero en mover ficha fue Drucker y poco después Vincenzo Nibali, que saltó en la zona menos dura de la ascensión, de 3,700 kilómetros, con una pendiente máxima del 8%, un terreno en el que Nibali sorprendió y se fue desatado. Por detrás, quizá sorprendid­os, no se movieron de inicio y ese fue su error. Coronó el de Bahrain con 12” de margen, y la dudaba estaba en si sería capaz de mantener la diferencia, no ya en la bajada, donde él se defiende mejor

que nadie, sino en los dos kilómetros finales de llano. En el descenso Nibali siguió dándolo todo, con Trentin pisándole los talones y plantándos­e en la recta final con unos 50 metros de margen sobre los lobos que le perseguían con la lengua fuera. Vincenzo incluso tuvo tiempo de levantar los brazos, de celebrar un triunfo histórico, con el que ponía fin a la sequía de victorias italianas en la prueba, desde que Filippo Pozzato se imponía en 2006.

En la rueda de prensa posterior a la carrera Nibali reconoció que el último kilómetro se le había hecho interminab­le, y cuando le preguntaro­n por la estrategia adoptada en la carrera él respondió: “Fue una mezcla de táctica y corazón”

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FOTO: EFE Vincenzo Nibali tuvo al final margen suficiente para mirar atrás y poder celebrar la victoria levantando los brazos

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