El limón maltés
Fiebre Maldini (Movistar+) ofreció un nuevo punto de vista sobre el España-Malta
El programa Fiebre Maldini se centró este lunes en el emblemático España-Malta de clasificación para la Eurocopa que terminó 12 a 1, en 1983. Pero lo hizo con una singularidad: desde el recuerdo de los jugadores malteses y su seleccionador. Un planteamiento con un resultado de impacto: en la memoria hay tanto dolor como polémica. “Si pudiera borrarlo, lo borraría” dice uno de ellos. No podemos elegir lo que recordamos y lo que olvidamos.
El magnífico reportaje de Marc Pons demuestra cómo, a pesar de los años, el nivel de detalle en los recuerdos y sensaciones es asombroso. Es excelente como se construye a nivel audiovisual todo el contexto deportivo de ese encuentro y también los elementos extrafutbolísticos que influyeron en los jugadores: las condiciones meteorológicas, el retraso de los vuelos, el hotel, el ambiente en el estadio… Se narra un estado de ánimo. Y como este entorno se ilustra bien con imágenes de archivo para conectar con una época. Cuando nos adentramos en el partido es extraordinario como los recuerdos de los jugadores malteses se van sustentando visualmente con instantes del juego. Se procura acompañar cada recuerdo de una imagen. Este ejercicio de rigor documental, tiene su contrapartida: a partir del momento que no existen imágenes que apoyen la memoria de esos jugadores se explicita claramente. Y se hace obvio como, a veces, el cerebro es capaz de elaborar un relato nítido para consolar el alma, incluso a nivel colectivo. La espuma en la boca de los españoles o una energía física sobrenatural por efecto de supuestos esteroides, la sensación de mareo en los malteses por culpa de unos misteriosos limones no se constata con las imágenes. El relato del hombre bajito y de blanco que, en el descanso, les sirve una bandeja de limones envenenados adquiere cierto trasfondo cómico. Y más con Camacho indignado: “¡Pues coño! ¡No los cojáis!”. Contrastaba con la inmensa aflicción que, 35 años más tarde, todavía experimentan los malteses al recordarlo. “El recuerdo del gozo ya no es gozo, pero el recuerdo del dolor, todavía es dolor” decía Lord Byron.