Un equipo vivo
Imanol se estrenó en Anoeta con una manita. Merecida recompensa a la agresividad que logró que su equipo empleara durante todo el partido y a las decisiones que tomó, algunas de ellas con cierto riesgo al rescatar a dos jugadores desclasificados por Eusebio como Pardo y Kevin .El riojano completó un buen partido y dio una asistencia de gol y el de Baiona no tuvo problemas. Más allá de individuos, entre los que volvió a sobresalir un soberbio Oyarzabal, la Real despachó el partido sin despeinarse con una actuación coral. En base a su talento, superior sin duda al del Girona y, sobre todo, en base a su esfuerzo, personificado por un Aritz Elustondo que, de lateral, cuajó una actuación magnífica. Duro y agresivo para no ceder un metro, valiente y decidido para ir siempre hacia adelante, como en el balón que robó previo al 3-0. Ése fue, sin duda, el gran mérito de Imanol, lograr transmitir a sus hombres ese punto de energía y capacidad para trabajar sin balón que, aun a costa de perder algo de brillo, derivó en una Real más reconocible en base a las señas de identidad de toda la vida del club, las de Imanol. Un equipo que, a diferencia de alguno de los últimos partidos con Eusebio, demostró estar vivo. Fue una Real más pragmática, seguro. Quizás no tan estética pero mucho más equilibrada. Pero sin duda fue una Real a la que el público agradeció su puesta en escena porque le encantó lo que vio y que goleó, dejando la puerta a cero, al equipo revelación de la temporada y aspirante a Europa. Visto lo visto, y tras sumar cuatro puntos en dos partidos y no encajar un solo gol, se ratifica la idea que la decisión de destituir a Eusebio llegó tarde. Y siempre quedará la duda de lo que pudo haber sido caso de haberla tomado antes