El capitán abarrota el rincón presidencial
No hubo familiares ni amigos en el acto de Anoeta por expreso deseo del capitán, para evitar emocionarse más
La nota de la tarde no puede ser otra que un 10. Sobresaliente para un Xabi Prieto que dejó en el ambiente la sensación de lanzar una diversidad de titulares mucho más generosa que nunca. Señal, seguramente, de que todo lo que decía le salía del alma. Testigos de sus sencillas y sentidas palabras, de sus gestos y de sus balanceos con los brazos cruzados fueron todos los estamentos del club que abarrotaron el antepalco de Anoeta, o sea, uno de los rincones presidenciales de la Real.
Sí, los estamentos del club y sólo los del club. Por expreso deseo del gran capitán, no hubo familiares y tampoco amigos en el acto, precisamente para evitar derrumbarse emocionalmente. Sus seres queridos los lleva en lo más íntimo de un corazón, que ayer latía con fuerza y en blanco y azul, hasta retumbar el sentimiento.
El presidente de la Real, Jokin Aperribay, encabezaba la representación de la entidad. Fue quien tomó la palabra antes que Prieto. Luego le abrazó y escuchó atentamente. El Consejo de Administración casi en su integridad; el director general de fútbol, Roberto Olabe; el entrenador Imanol Alguacil con el resto de su staff; los servicios médicos y demás empleados y, cómo no, la totalidad de la plantilla asistieron al evento. Ovacionaron y atendieron. Como si supieran que con eso era suficiente.
La voz resquebrajada
Fue una de las comparecencias públicas más concurridas en la historia de la Real. A todo el personal institucional y deportivo había que sumar un número considerable de cargos más anónimos y la cantidad de medios de comunicación que cubrieron el agur público de Prieto.
Seguro que semejante expectación tocó la fibra de Prieto. Las declaraciones del capitán se escuchaban con las interferencias de quien tiene la voz resquebrajada.
Era como si hablara un trozo del escudo. Todo el rato agarrando una botella de agua, a veces escondiendo la otra mano en el bolsillo, otras cruzando los brazos. Se detenía unos segundos cuando aludía a su familia. Hacía todo lo posible por no caer en el llanto más conmovedor: el que desgarra el alma.
Prieto, un hombretón de 34 años con hechuras de dandy, fue puntual a su cita con la elegancia: camisa, jersey de etiqueta, pantalón negro y zapatos de piel. El vestuario de un donostiarra que se viste por los pies. Sólo le faltaban los tacos y el diez a la espalda para lanzar un penalti.
Con humor
El protagonista de la actualidad txuri urdin habló primero en euskera y luego en castellano, con el resto reverencial que siempre ha profesado a las dos lenguas oficiales. En los mismos idiomas respondió a cada pregunta que los periodistas le lanzaron, con la máxima cordialidad imaginable.
Dando constancia de su caballerosidad, dejó detalles plausibles en el habitual turno de agradecimientos y citó sin dudar a Lorenzo Juarros y Eusebio Sacristán, despedidos hace tres semanas. “Podría citar a mucha más gente, pero seguro que me olvido de alguien y no quiero”, manifestó en tono conservador.
Quienes le rodean siempre han afirmado que Xabi Prieto es un tipo serio, sólo en apariencia. O sea que no escatima en sentido del humor. Ayer lo exhibió. Primero, para incitar a Willian José a que le
Fue una de las comparecencias más concurridas de la historia de la Real
“Podría citar a mucha gente, pero seguro que me olvido de alguien y no quiero”
sustituya como ejecutor de los penaltis. Más tarde, para ironizar sobre el momento en que asumió portar el dorsal diez: “De la Bella me quitó el ‘24’”, lanzó en tono de broma, para que no faltara el humor en una tarde marcada por un profundo sentimiento de pertenencia. Por Prieto. Por la Real